En el panorama actual, el surgimiento de ideologías de derecha radical ha puesto de relieve una noción errónea de la masculinidad que se entrelaza con actitudes sexistas. Este fenómeno añade una capa de complejidad a los debates contemporáneos sobre género y equidad, ya que muchos de estos movimientos recurren a la exaltación de roles tradicionales que históricamente han marginado a las mujeres y perpetuado la desigualdad.
La crisis de la masculinidad, que se ha mencionado con frecuencia en varios círculos académicos y sociales, se ha visto exacerbada por la polarización política. Los grupos radicales utilizan un discurso que idealiza un tipo de masculinidad hegemonizada, donde los hombres son promovidos como los protectores de la familia y los baluartes de la moral. Este discurso no solo resalta la necesidad de un regreso a valores “auténticos”, sino que también justifica la resistencia a políticas inclusivas que buscan empoderar a las mujeres y a las comunidades LGBT+.
La vinculación entre esta masculinidad tóxica y el aumento de la violencia hacia las mujeres es un tema de creciente preocupación. El hecho de que ciertos sectores ciudadanos sientan que sus identidades masculinas están siendo amenazadas por luchas feministas y por la creciente inclusión de diversidades de género, ha llevado a un incremento en la defensa de posiciones que promueven la violencia de género y el machismo. Estas actitudes no sólo son reflejo de inseguridades individuales, sino que son fomentadas por líderes que recurren a narrativas de crisis para reforzar su base de apoyo.
En este contexto, es vital realizar un examen crítico de las narrativas que se están gestando, así como de los medios a través de los cuales estas ideologías se difunden. Las plataformas digitales han jugado un papel preponderante, permitiendo que los mensajes de odio y disenso se propaguen con facilidad. Sin embargo, también ofrecen la oportunidad para contar historias alternas, en las que se promueva una masculinidad que sea sensible, empática y alejada de estereotipos tóxicos.
El reto que enfrentan las sociedades actuales va más allá de luchar contra el sexismo; implica una transformación profunda en la manera en que se percibe la masculinidad. Mientras que algunas posturas radicales intentan revertir los avances logrados en la lucha por la equidad de género, es esencial fomentar un diálogo que abarque diferentes perspectivas. Esto incluye la creación de espacios seguros donde tanto hombres como mujeres puedan discutir abiertamente sobre sus experiencias, expectativas y ansiedades respecto a las dinámicas de género y poder.
De esta manera, se cimentarán las bases para un entorno en el que la masculinidad no se asocie con dominación o agresión, sino con respeto y colaboración. Al fomentar modelos de masculinidad positivos, se podrá contribuir a la formación de una sociedad que no solo busca la igualdad, sino que también valora el bienestar de todos sus integrantes.
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