El hidromiel, una de las bebidas alcohólicas más antiguas del mundo, ha encontrado un lugar especial en la Ciudad de México, específicamente en Colonia, un meadery de Lazarus & Colin ubicado en la Colonia Juárez. En la noche del 22 de mayo de 2025, miembros del Club El Economista se reunieron para disfrutar de una experiencia de degustación inolvidable, donde el hidromiel se presentó en su máxima expresión.
Durante el evento, los asistentes fueron guiados por Dennis Lazarus, un experto en esta bebida, y Raymundo Hernández, gerente del meadery. Juntos ofrecieron a los participantes cuatro de las trece variedades de hidromiel que producen. Lazarus compartió que, aunque la elaboración básica del hidromiel parece sencilla –mezclar miel, agua y levadura–, dominar el proceso requiere de gran habilidad. “Es la bebida más fácil de hacer, pero la más difícil de hacer bien”, afirmó.
Lazarus comenzó su travesía en la producción de hidromiel como un pasatiempo hace 17 años, y en 2016 fundó Lazarus & Colin con su socio Alberto Colín. Su compromiso con la calidad es evidente en cada etapa de producción, desde la mezcla inicial hasta la fermentación. “Somos el primer meadery de la Ciudad de México; los invitamos a experimentar sus sabores y texturas”, comentó Hernández.
Los suscriptores comenzaron la cata con un hidromiel que incorpora floración de tamarindo de El Álamo, Veracruz, caracterizado por su ligero color dorado y su aroma frutal y especiado. Posteriormente, probaron un hidromiel de floración de Azahar, un mead seco con un toque sutil de naranja, acompañado de bocadillos que realzaron la experiencia. La tercera muestra fue un Bochet, un hidromiel caramelizado que ofrece una textura cremosa, mientras que el último servido fue uno elaborado con acahual, que presentaba notas especiadas y un color casi transparente.
Al finalizar la degustación, los miembros tuvieron la oportunidad de probar diferentes mieles, incluyendo variedades de tamarindo, guayaba y azahar, desafiante el paladar a identificar sus distintivas características.
Los participantes compartieron su entusiasmo tras la cata. Alfonso Acuña destacó que el hidromiel bochet caramelizado fue su favorito, mientras que David Ugalde elogió la singularidad de la experiencia, resaltando el mead de acahual. Ambos recomendaron la suscripción a Club El Economista, agradeciendo por tales oportunidades para descubrir nuevas experiencias gastronómicas.
Si deseas participar en eventos que prometen ser únicos y enriquecedores, considera unirte al Club El Economista, donde nuevas aventuras te esperan.
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