En un contexto global marcado por conflictos constantes, los países de América Latina y el Caribe enfrentan desafíos significativos en su desarrollo, incluyendo alta inflación, salarios poco competitivos y servicios públicos deficientes. Sin embargo, expertos señalan que implementando mecanismos y leyes que fomenten la competencia, podrán impulsar la competitividad empresarial, la productividad y la innovación. Esto, a su vez, podría atraer inversiones sostenidas en la región y contribuir a superar dichos desafíos.
La competitividad económica, esencial para atraer inversión y generar empleo, depende de múltiples factores como la salud, infraestructura, educación e innovación. Los indicadores que evalúan estos aspectos son cruciales para orientar decisiones de inversión y dirigir esfuerzos específicos hacia áreas e instituciones clave. La promoción de la competencia en el mercado contribuye a reducir monopolios y promueve una mayor equidad, mientras que la competitividad empresarial se refiere a la capacidad de las empresas para ser productivas y eficientes.
A pesar de algunos avances recientes tras los impactos de la pandemia, la región de América Latina y el Caribe sigue enfrentando un crecimiento económico limitado, insuficiente para erradicar la pobreza y reducir las desigualdades de manera significativa. Según el informe “Competencia, ¿el ingrediente que falta para crecer?” del Banco Mundial presentado en abril, se proyecta un crecimiento del PIB del 2,7% para 2025 y del 2,6% para 2026, cifras que no son suficientes para impulsar la prosperidad en los países de la región.
A pesar de algunos avances en la reducción de la desigualdad, reflejada en la disminución del coeficiente Gini en las últimas décadas, persisten retos significativos, especialmente para trabajadores poco cualificados y personas mayores que enfrentan dificultades para reintegrarse al mercado laboral.
En términos de competitividad internacional, el Índice de Competitividad Internacional 2022 del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) destaca que los países latinoamericanos están rezagados en comparación con líderes globales como Dinamarca, Noruega, Suiza, Suecia y Países Bajos. Chile ocupa el puesto 23, seguido de Costa Rica (28), Panamá (31), Perú (34), México (37), Brasil (38), Argentina (39) y Guatemala (42).
La región se enfrenta, por lo tanto, a un camino arduo para mejorar su competitividad y alcanzar niveles óptimos de desarrollo económico que beneficien a toda su población.
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