Daniel Arizmendi, conocido como “El Mochaorejas”, ha sido absuelto del delito de secuestro tras 27 años de prisión. La decisión fue hecha por Raquel Ivette Duarte Cedillo, jueza del Juzgado Segundo de Distrito en Materia Penal en el Estado de México, quien determinó que la extinta Procuraduría General de la República (PGR) no logró presentar las pruebas necesarias para sostener la acusación de privación ilegal de la libertad.
La jueza explicó que el “juicio de reproche no es procedente”, por lo que se ordenó la liberación de Arizmendi respecto a esta acusación específica. Sin embargo, el panorama no es tan simple. A pesar de su absolución en relación al secuestro, “El Mochaorejas” todavía enfrenta otras condenas, como la de delincuencia organizada, que le han impuesto una pena adicional de 8 años de prisión. Con el tiempo cumplido en la cárcel, ya ha satisfecho esta condena, pero una liberación completa aún depende de la resolución de sus otros cargos.
Además de la prisión, se le ha impuesto una multa de 500 días, equivalente a 13,225 pesos. Esta situación ha sido comunicada al Centro Federal de Reinserción Social 14 CPS-Durango, donde actualmente permanece recluido.
Arizmendi se convirtió en un personaje temido en los años 90 debido a su brutal modus operandi, que incluía la mutilación de víctimas, un acto que utilizaba como forma de presión para forzar el pago de rescates. Su nombre evoca el miedo que generó en las familias de aquellos que cayeron en sus manos.
A pesar de la absolución por secuestro, queda claro que el camino hacia su libertad total es complejo, y Arizmendi deberá enfrentar las consecuencias de sus acciones pasadas. Este caso subraya no solo las fallas en la presentación de pruebas por parte de las autoridades, sino también los retos que aún enfrenta el sistema judicial mexicano en la lucha contra la delincuencia organizada.
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