En los últimos años, hemos sido testigos de un notable crecimiento en la adopción de monedas estables respaldadas por el dólar estadounidense. Este fenómeno ha sido impulsado en gran medida por las políticas sobre criptomonedas del expresidente Donald Trump. Según un informe de Standard Chartered, se estima que, en un futuro cercano, hasta 1 billón de dólares podría trasladarse desde los bancos de economías emergentes hacia este tipo de activos.
Interesantemente, alrededor del 99% de todas las monedas estables están vinculadas al dólar. Esta relación las convierte en cuentas bancarias en dólares, lo que resulta cada vez más atractivo para regiones vulnerables a crisis monetarias. Standard Chartered, conocido por su enfoque en economías en desarrollo, revela que la presión para proteger los ahorros motiva a individuos y empresas a optar por carteras de monedas estables en lugar de mantener su dinero en bancos tradicionales.
El informe sugiere que, en los próximos tres años, podría haber un abandono significativo de depósitos en los bancos de mercados emergentes, una tendencia que podría transformar la dinámica financiera en estos países. A pesar de las nuevas regulaciones en Estados Unidos que buscan limitar la fuga de depósitos —al prohibir a los emisores de monedas estables remunerar directamente a los usuarios—, Standard Chartered sostiene que el interés en estas herramientas seguirá en aumento.
La importancia del capital como refugio sobre el rendimiento se está consolidando. La proyección es que el uso de monedas estables como forma de ahorro en economías en desarrollo podría ascender a 1.22 billones de dólares para finales de 2028, en comparación con los 173,000 millones actuales. Aunque esta cifra parece elevada, representa apenas el 2% de los depósitos bancarios en 16 países considerados de alto riesgo frente a la fuga de depósitos.
Estos países incluyen naciones como Egipto, Pakistán, Bangladés y Sri Lanka, que han enfrentado crisis monetarias recientes, así como economías emergentes significativas como Turquía, India, China, Brasil y Sudáfrica. La vulnerabilidad de estas economías se ve agravada por déficits gemelos que las posicionan en una situación delicada ante la aversión global al riesgo y una posible depreciación abrupta de sus divisas.
La creciente atracción de las monedas estables refleja una respuesta adaptativa ante un entorno económico incierto, donde la búsqueda de seguridad financiera se convierte en una prioridad primordial para muchos. Este cambio en la forma en que se perciben y administran los ahorros representa un giro significativo en el paisaje financiero global.
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