Con su estilo directo y sin filtros, Donald Trump volvió a sacudir la escena internacional al presumir que su política de aranceles está dando frutos. “Estos países nos están llamando. Están besándome el trasero. Se están muriendo por llegar a un acuerdo”, lanzó el expresidente estadounidense durante un evento del Comité Nacional Republicano del Congreso, en alusión a las naciones afectadas por los nuevos gravámenes comerciales de su administración.
Desde el 2 de abril, fecha que Trump bautizó como “día de la liberación”, Estados Unidos impone un arancel generalizado del 10 % sobre las importaciones provenientes de todos los países con los que mantiene relaciones comerciales. Sin embargo, la ofensiva no se detuvo ahí. A partir de este martes —miércoles en la costa este estadounidense— entraron en vigor tarifas adicionales bajo la etiqueta de “aranceles recíprocos”, que incluyen sanciones del 104 % para las importaciones chinas, un 20 % para productos europeos y hasta un 50 % adicional para más de cincuenta países, entre ellos economías pequeñas como Lesotho o Laos.
En total, Trump afirmó que cerca de 70 países ya han contactado a su gobierno para negociar la retirada de los aranceles. “Yo haré lo que sea, señor”, imitó con sorna a los supuestos interlocutores internacionales, reafirmando su narrativa de que Estados Unidos ha sido explotado por años y que ahora “recupera el control”.
Entre los más golpeados por esta política se encuentran varios países asiáticos cuya economía depende fuertemente de las exportaciones. Vietnam ya carga con aranceles del 46 %, Taiwán con 32 %, India con 27 %, Corea del Sur con 25 % y Japón con 24 %. Pese al golpe, muchos de ellos han comenzado acercamientos diplomáticos para intentar suavizar la tensión comercial.
La estrategia de Trump apunta a presionar a los socios con superávits comerciales importantes para forzar concesiones. Aunque los críticos advierten sobre los riesgos de una guerra comercial de gran escala, el republicano sigue apostando a que su enfoque duro —y su retórica provocadora— lo posicionan como el único capaz de “negociar desde la fuerza” y proteger la economía estadounidense. El tablero global, sin embargo, ya está reaccionando.
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