Las relaciones comerciales entre México y Oceanía, específicamente con Australia y Nueva Zelanda, han sido tradicionalmente menos intensas que las que el país mantiene con regiones como Norteamérica, Europa o Asia. Sin embargo, la implementación del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP) ha abierto un abanico de oportunidades para fortalecer la cooperación económica y comercial en sectores estratégicos.
Con una población que supera los 35 millones de personas, Australia y Nueva Zelanda se posicionan en el ranking mundial por su producto interno bruto (PIB) per cápita, ocupando los puestos 25 y 39, respectivamente. Estos países son reconocidos por sus estándares regulatorios avanzados y han emergido como actores clave en el comercio internacional, destacándose en agroindustria, minería, energías limpias y biotecnología, campos que son pilares no solo de sus economías, sino también de sus exportaciones.
México, por su parte, tiene un potencial significativo que responde a las demandas de estos mercados. La industria automotriz, que abarca desde autopartes hasta vehículos completos, así como la producción de productos farmacéuticos y equipos médicos, refleja una clara complementariedad con las necesidades de Australia y Nueva Zelanda. Este es un momento propicio para ampliar el intercambio bilateral.
El CPTPP se presenta como una plataforma estratégica ideal para impulsar no solo el comercio, sino también el desarrollo de tecnologías y cadenas de valor en la región. Es crucial explotar a fondo los beneficios que ofrece en materia de reducción de aranceles, comercio digital, servicios e inversión, permitiendo a las empresas mexicanas diversificar sus exportaciones y posicionarse en sectores de alto valor agregado.
Desde el Comité Mexicano de Comercio Exterior (COMCE), se han identificado tres áreas prioritarias de oportunidad con Oceanía: agroindustria y alimentos, energía y sostenibilidad, e innovación y educación. En el ámbito agroalimentario, México puede capitalizar sus ventajas competitivas con productos como tequila, mezcal y alimentos procesados, que están en creciente demanda en Australia y Nueva Zelanda. A su vez, estos países ofrecen productos lácteos, carnes premium y vinos que podrían enriquecer la oferta mexicana, fortaleciendo los lazos comerciales.
En el sector energético, Australia y Nueva Zelanda son líderes en proyectos de energías limpias y tecnologías de descarbonización. México, con su industria automotriz y su avance en movilidad eléctrica, tiene la oportunidad de integrarse en cadenas de suministro en áreas como el hidrógeno verde y la minería responsable. Esta cooperación no solo fortalecería las respectivas industrias, sino que también contribuiría a las metas de sostenibilidad global.
Finalmente, el potencial en el ámbito educativo y la innovación es considerable. Oceanía destaca por la calidad de sus sistemas educativos y su liderazgo en biotecnología y servicios digitales. México ha atraído inversión tecnológica y cuenta con talento especializado, creando un contexto ideal para proyectos conjuntos que abarquen áreas como fintech y comercio electrónico.
Aunque el comercio entre México y Oceanía aún es incipiente, el CPTPP presenta una oportunidad única para diversificar las exportaciones mexicanas y transformar relaciones diplomáticas en estrategias empresariales concretas. El desafío radica en unir esfuerzos entre el gobierno, el sector privado y las instituciones académicas, para aprovechar plenamente el potencial de estos mercados lejanos en distancia, pero cercanos en visión y propósito. La clave será cultivar estas relaciones para promover el progreso, la innovación y la sostenibilidad en un mundo cada vez más conectado.
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