Un análisis con más de 58.000 mujeres sugiere que factores genéticos y ambientales podrían influir en que algunas madres tengan hijos del mismo sexo.
Un estudio de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard plantea que el sexo de un bebé podría no depender únicamente del azar, como se ha creído durante décadas. La investigación, basada en datos de 58.007 mujeres, detectó un número inusualmente alto de casos en los que todas las criaturas nacidas eran del mismo sexo, lo que cuestiona la teoría del 50 % de probabilidad entre niño y niña.
El trabajo identificó posibles factores que podrían influir en esta tendencia. Uno de ellos es la edad de la madre al comenzar a tener hijos, que parece asociarse a una mayor probabilidad de repetir el mismo sexo en los nacimientos. Sin embargo, el hallazgo más llamativo tiene que ver con la genética.
Los investigadores encontraron que algunas variantes genéticas podrían relacionarse con la tendencia a tener hijos o hijas. Específicamente, una variante del gen CYP2U1 se asocia a la repetición del mismo sexo, mientras que la variante del gen NSUN6 se vinculó con mayor probabilidad de tener hijas, y la del gen TSHZ1, con tener hijos varones.
Pese a la solidez de la muestra, el estudio no ha logrado consenso en la comunidad científica. Otras investigaciones con millones de participantes no han detectado patrones similares, y algunos expertos advierten que el trabajo de Harvard presenta limitaciones importantes. Por ejemplo, el 95 % de las mujeres analizadas eran blancas y residentes en Estados Unidos, lo que reduce la diversidad de la muestra.
Además, los investigadores reconocen que el fenómeno puede estar parcialmente influido por factores sociales. Algunas parejas tienden a seguir teniendo hijos hasta lograr el sexo deseado, lo que podría alterar las estadísticas y enmascarar patrones reales.
Aunque el estudio no demuestra de forma concluyente que el sexo del bebé esté determinado por algo más que el azar, abre la puerta a futuras investigaciones en torno a la genética y su influencia en la reproducción. Por ahora, el debate sigue abierto.
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