Calor durante el día en invierno en España. O, dicho de otro modo, en el invierno pasado ―la primavera meteorológica comenzó ya el 1 de marzo, pero la astronómica lo hará el domingo 20 de marzo a las 16.33 hora peninsular― se registraron las temperaturas máximas más altas de toda la serie histórica, que arranca en 1961, fecha a partir de la cual la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) dispone de datos unificados y con validez científica para toda España. Las máximas estuvieron 2,4° por encima de los valores considerados normales ―13,6° frente a 11,2°―. Por ejemplo, el 1 enero los termómetros marcaron 22° en San Sebastián, 12° más de la media, y aquellos días se registraron en todo Columna Digital valores de mayo e incluso, en Galicia, de pleno verano.
La estación no quedó tan mal parada, ya que las temperaturas nocturnas o mínimas, aunque también fueron altas, solo estuvieron 0,6° por encima de los valores habituales, lo que, al hacer la media, rebaja el impacto de las máximas. Así, en el ranking “fue el cuarto invierno más cálido desde 1961 [de media] y el tercero del siglo XXI”, ha explicado este jueves el portavoz de Aemet, Rubén del Campo, durante la rueda de prensa de balance de la estación.
La temperatura media del invierno, es decir, entre las máximas y las mínimas, fue de 7,9° en el conjunto de la España peninsular. Esto supone 1,5° más que el promedio del periodo de referencia (1981-2010), lo que lo convierte en un invierno “muy cálido”. Hizo calor o mucho calor en la mayor parte de la España peninsular y un calor extremo en puntos del sudeste y del Pirineo. Únicamente fue normal en la depresión central del Ebro y frío, apenas en algunos puntos del litoral mediterráneo andaluz. En Baleares fue cálido y en Canarias, muy cálido. De los tres meses, los peores fueron diciembre y febrero, cuando hizo 1,9° de más. En enero, los valores solo estuvieron siete décimas por encima de la media.
La causa inmediata de semejante calor en la temporada antes conocida como la más fría del año fue “el predominio de los anticiclones sobre España durante la mayor parte de la estación, que propiciaron que se convirtiese en el tercer invierno más soleado” desde que hay registros, ha detallado Del Campo. Y la causa última, no de lo ocurrido este invierno, sino de lo que ocurre con los inviernos en general, el cambio climático. “Especialmente desde los años setenta, las temperaturas en España están subiendo debido al calentamiento global. Tres de los cuatro inviernos más cálidos desde que hay registros se han acumulado en los últimos seis años y la tendencia clara es a inviernos cada vez más cálidos”, subraya Del Campo.
El meteorólogo destaca que durante la pasada temporada “no hubo ni una ola de frío” y que en los últimos días de diciembre y primeros de enero se produjo un “inusual episodio cálido”, que de haber ocurrido en verano habría sido una ola de calor en toda regla, en el que se batieron numerosos récords mensuales de máximas. Sí, aquellos días de Nochevieja y Año Nuevo en los que en Bilbao hacía 25° y la gente se estaba bañando en la playa con gorros de Papá Noel.
En total, se han pulverizado 22 récords de temperaturas máximas, y cuatro ciudades, Rota (Cádiz), Girona, Teruel y Segovia, vivieron el día más cálido de invierno de toda su historia. En esta última capital, se batió la marca “en lo más crudo del invierno, en diciembre”, y por un grado y una décima de diferencia. Por contra, “no ha habido ni un solo récord de frío”, ha constatado el portavoz de Aemet. En España, por cada récord frío en la última década, se han producido 18 cálidos.
Obviamente, si hizo tanto sol, es porque llovió muy poco, tanto que fue el segundo invierno más seco desde que hay datos. En la España peninsular llovió una media de 89 litros por metro cuadrado, apenas un 45% del valor normal en invierno. “No ha llovido ni la mitad de lo que tenía que haber llovido”, ha subrayado el meteorólogo. Lo más grave es que en amplias zonas de la vertiente mediterránea no se alcanzó ni la cuarta parte de las lluvias habituales. “Solo en el norte del País Vasco y de Navarra fueron más abundantes de lo normal, aunque concentradas en muy pocos episodios”, ha precisado el experto. En Baleares, el invierno fue el más seco de la serie y en Canarias, muy seco.
También fue seco el otoño previo, por lo que acabado el invierno se confirman todos los datos que se han ido publicando mes a mes: a finales de febrero España estaba en una situación de sequía meteorológica —escasez continuada de precipitaciones— y lo están todas las cuencas representativas de Aemet ―similares, pero no iguales, a las cuencas hidrográficas―, salvo en las del Júcar y el Segura.
En resumen, el invierno de 2022 “ha sido muy extremo” y “el que más ha conjugado temperaturas altas y pocas lluvias” desde que hay referencias. La buena noticia es que con marzo “la tendencia ha cambiado notablemente”, ya que en la primera quincena del mes ha llovido “el doble o incluso el triple” en alguna zona de lo normal. Así, marzo ha mejorado la funesta estadística del invierno, en lo que va de año hidrológico, ha llovido un 32% menos de lo normal.
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