Las primeras noticias sobre la contagiosidad y los riesgos de la variante ómicron revivieron los temores de marzo de 2020 y derrumbaron el precio del petróleo, que en un abrir y cerrar de ojos pasó de los 85 a los 70 dólares por barril. Un mes largo después, y a pesar de que las cosas van volviendo poco a poco su sitio —el crudo Brent, el de referencia en Europa, cotiza de nuevo en el entorno de los 80 dólares—, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) sigue punto por punto la hoja de ruta trazada el verano pasado.
La versión ampliada del cartel u OPEP+
Se reúne en su seno a Rusia y otras potencias externas, ha decidido este martes mantener invariable su hoja de ruta, que pasa por aumentar paulatinamente los bombeos. Un incremento de la oferta demasiado ligero para cubrir una demanda avivada por la rápida recuperación de las economías avanzadas.
“En vista de los fundamentos actuales del mercado del petróleo y del consenso sobre sus perspectivas”, los ministros certificaron “la decisión de ajustar al alza la producción global mensual en 400.000 barriles diarios en el mes de febrero de 2022″, según se lee en la declaración final del encuentro virtual celebrado el lunes y el martes. El cartel de exportadores se mantiene así en sus trece, ajeno a las previsiones de su propio servicio de estudios, que proyecta un consumo de petróleo de 100,6 millones de barriles diarios este año, más que antes de la pandemia. Los economistas de la organización también han quitado hierro en las últimas semanas al impacto de ómicron sobre los fundamentales del mercado. Pero la línea a seguir por sus miembros discurre por otro carril.
Ante la escasa disposición de los exportadores a dar su brazo a torcer —será así hasta, como pronto, el 2 de febrero, cuando volverá a reunirse—, varios de los mayores consumidores del mundo (Estados Unidos, China, Japón, India y el Reino Unido) han optado en los últimos meses por liberar parte de sus reservas estratégicas para tratar de reequilibrar las fuerzas. La respuesta del mercado, sin embargo, ha sido muy discreta: solo la irrupción de la ómicron ha permitido una relajación transitoria de la cotización del crudo, y el Brent cerró el año pasado con una revalorización del 50%.
Las quejas y las presiones de los grandes consumidores de crudo
También se han trasladado al plano retórico. “La idea de que Arabia Saudí [el líder de facto del grupo de exportadores], Rusia y otros grandes productores no vayan a bombear más para que la gente pueda ir y venir del trabajo no es correcta”, dejó caer en noviembre el presidente de EE UU, Joe Biden. Su mano derecha para asuntos energéticos, Jennifer Granholm, también ha cargado contra la organización con sede en Viena: “El precio de la gasolina depende de lo que ocurre en el mercado petrolero mundial. Y ese mercado está controlado por un cartel: la OPEP. Así que ese cartel tiene más que decir [que yo] sobre lo que está ocurriendo”.
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