La sombra del escándalo vuelve a rozar al expresidente Enrique Peña Nieto, esta vez desde el Caribe. Durante una reciente visita a República Dominicana —país donde ha residido intermitentemente y mantenido reuniones privadas sobre la coyuntura política de México— surgieron señales de malestar vinculadas a un caso de presunto fraude financiero que podría escalar en los próximos meses.
El centro de la controversia es la empresa arrendadora Flising, una compañía con sede en Metepec, Estado de México, ligada al exvocero presidencial David López y operada actualmente por su yerno, Víctor Villagómez. Según información revelada por El Financiero, la firma enfrenta un default estimado en al menos 200 millones de pesos, un escenario que recuerda las caídas estrepitosas de otros esquemas financieros como Caja Libertad o Ficrea.
Flising surgió durante la bonanza del peñismo, construida sobre redes de poder en el Estado de México, particularmente con vínculos al llamado Grupo Atlacomulco. Villagómez, el operador actual, habría disfrutado de una gestión marcada por la adquisición constante de vehículos de lujo, gastos personales desmesurados y prácticas financieras opacas. Se le acusa de manejar reestructuras crediticias sin documentación formal, realizar pagos en efectivo sin emitir comprobantes fiscales, y de operar una dinámica empresarial informal que ahora ha comenzado a desmoronarse.
La tensión llegó a su punto más visible hace dos semanas, cuando accionistas se presentaron directamente en las oficinas de Flising para exigir utilidades que, según afirman, nunca fueron reportadas. Las quejas apuntan a una estructura opaca donde se habrían manipulado operaciones de compraventa de automóviles de alta gama —principalmente Mercedes Benz—, los cuales eran arrendados con anticipos considerables por parte de los clientes. Posteriormente, Villagómez cancelaba las facturas, retenía los adelantos y dejaba a los arrendatarios sin garantías ni vehículo. Algunos de estos casos ya se encuentran en proceso judicial en el Juzgado Civil Sexto del Estado de México.
Pero el escándalo podría escalar aún más allá del ámbito financiero. Hay denuncias que apuntan a un uso indebido de tecnología integrada en los vehículos arrendados: Flising habría utilizado una aplicación de rastreo y control remoto de unidades Mercedes Benz no solo para inmovilizar los autos ante supuestos impagos, sino también —según versiones extraoficiales— para realizar maniobras que rozan el espionaje privado, una acusación que encendería las alarmas por posibles violaciones a la privacidad y uso indebido de datos personales.
El vínculo político no es menor. David López, aunque originario de Sinaloa, consolidó una importante influencia en el Estado de México durante el sexenio de Peña Nieto, especialmente a través de su relación con la exalcaldesa de Metepec, Ana Lilia Herrera. Fue en ese periodo que su hijo fue nombrado en cargos locales clave y donde la empresa Flising comenzó su acelerado ascenso.
Para Enrique Peña Nieto, este nuevo capítulo representa un golpe simbólico más. Aunque no está directamente implicado en la operación de la compañía, su nombre queda inevitablemente asociado a las redes que la impulsaron. Y aunque desde República Dominicana el expresidente ha optado por mantenerse en un segundo plano, esta trama podría devolverlo, al menos en el plano mediático y judicial, al centro del debate sobre corrupción, impunidad y redes de poder del pasado reciente.
Mientras tanto, las autoridades fiscales y judiciales mexicanas podrían verse presionadas a abrir investigaciones formales sobre el funcionamiento de Flising y sus prácticas financieras, justo cuando el gobierno actual intensifica su discurso contra la corrupción heredada de sexenios anteriores.
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