El Teatro Nacional Palestino, conocido como Al Hakawati, ha sido un faro de la identidad cultural palestina desde su inauguración en mayo de 1984. Su misión es clara: proteger y promover el patrimonio cultural árabe en una región marcada por la ocupación y el conflicto. Sin embargo, la realidad de este espacio artístico se tornó sombría recientemente, cuando fuerzas de seguridad israelíes interrumpieron un espectáculo familiar que reunía a 70 niños artistas en la sede del teatro, en Jerusalén oriental.
La agresión tuvo lugar poco antes de la función programada de “Sueños bajo el olivo”, que contaba con la participación de músicos, coristas y bailarines jóvenes entre 7 y 14 años. La intervención fue abrupta; agentes de la policía israelí ordenaron a la audiencia evacuar, creando un ambiente de terror y confusión. En videos capturados por medios como Al Jazeera, se observa a niños llorando y ocultándose, desorientados por la repentina irrupción de la violencia.
Amer Khalil, director del teatro, expresó su profunda preocupación por el impacto que estos eventos tienen en la cultura palestina: “Pensábamos que la cultura y los niños estaban fuera de este círculo violento, pero nada está fuera de este horror”. La fragilidad de la paz en un lugar que debería ser refugio para el arte y las expresiones infantiles se hace evidente en cada testimonio. La desesperación de los infantes quedó plasmada en el rostro de uno de ellos, que, visiblemente afectado, narró cómo la policía gritó a sus maestros e incluso empujó a las madres durante la evacuación.
Al Hakawati no solo es un espacio físico, sino un símbolo de resistencia cultural. Albergando diversas actividades artísticas y sociales, se ha convertido en el núcleo del arte palestino. Sin embargo, el reciente ataque subraya la creciente agresividad de la ocupación israelí en los territorios palestinos. El director del teatro comentó que realizar actividades artísticas se ha vuelto un acto de valentía en un entorno tan opresivo, donde el arte se intenta silenciar como una forma de resistencia.
Este tipo de interrupciones no son nuevas; el teatro ha enfrentado amenazas desde su apertura, pero la naturaleza cada vez más violenta de estas agresiones es alarmante. Según informes, el allanamiento del reciente espectáculo fue ordenado por Itamar Ben-Gvir, ministro de Seguridad Nacional de extrema derecha, quien argumentó que el evento estaba vinculado a la Autoridad Palestina y carecía del permiso adecuado.
La experiencia traumática para los niños artistas no solo plantea preguntas sobre su futura involucración en el mundo del teatro, sino también sobre cómo el contexto de la ocupación afecta su derecho a desarrollarse artísticamente. Khalil subrayó la importancia de restaurar la confianza de los niños en el teatro y en sus habilidades, una tarea monumental en medio de tanto dolor.
Las actividades teatrales se desarrollan en un contexto donde los derechos básicos, como la educación y la expresión personal, son frecuentemente vulnerados. En este sentido, Al Hakawati ha adoptado el modelo del “teatro móvil”, buscando llevar las artes a diversas comunidades palestinas, un intento por mantener viva la chispa del arte entre su público.
El 17 de diciembre de 2025, el ataque al Teatro Nacional Palestino representa no solo una violación a la libertad de expresión, sino un ataque frontal a la identidad misma de un pueblo que busca resistir a través de la cultura. La lucha por su reconocimiento y su derecho a existir en paz continúa, y el teatro, como recurso cultural, se convierte en un campo de batalla por la libertad y la dignidad.
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