En los últimos días, ha causado polémica en España la réplica que le han hecho los programas de humor Polònia y APM a Juana Dolores, una comunicadora que se describe a sí misma como “incómoda, feminista y catalana” y que ha sido criticada por algunos sectores por su discurso supuestamente radical. El resultado ha sido un cruce de acusaciones entre los defensores de la libertad de expresión y los que consideran que algunos comediantes se están pasando de la raya.
Para empezar, cabe destacar que Juana Dolores es una figura polémica que se ha hecho famosa por sus salidas de tono y su estilo grotesco, a menudo centrado en satirizar la figura del hombre y su papel en la sociedad. Sin embargo, muchos consideran que sus comentarios pueden resultar ofensivos e incluso discriminatorios para algunos colectivos, lo que ha llevado a que algunos programas de televisión hayan decidido responder a sus provocaciones.
En este contexto surgen Polònia y APM, dos programas de humor de TV3 que han replicado a Juana Dolores con unos sketches en los que se critican su estilo y sus posturas. Si bien es cierto que todas las opiniones son respetables, también lo es el hecho de que se puede hacer humor sin necesidad de ofender a nadie, por lo que no está de más cuestionarse si los límites del humor están siendo sobrepasados.
Es importante señalar, además, que la libertad de expresión es un derecho fundamental que debe ser protegido, pero eso no significa que todo lo que se diga tenga que ser aceptado y aplaudido sin más. Por el contrario, es necesario que se lleve a cabo un debate sano y crítico alrededor de estos temas para que se pueda llegar a un consenso sobre cuáles son los límites que no se deberían sobrepasar en el ejercicio del humor.
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