El clima político en Madagascar se ha tornado tenso, ya que el presidente Andry Rajoelina ha denunciado un intento de golpe de Estado. Este desarrollo se produce tras las recientes y masivas manifestaciones lideradas por jóvenes, que exigen la dimisión del mandatario. La unidad élite del Ejército, conocida como CAPSAT, ha reclamado el control de las Fuerzas Armadas, intensificando la crisis.
Rajoelina, en un comunicado oficial, ha advertido sobre un “intento de tomar el poder ilegalmente y por la fuerza” y ha instado a la población a unirse para defender el orden constitucional y la soberanía nacional. Sin embargo, no se han proporcionado detalles sobre los posibles responsables detrás de esta situación. A pesar de la gravedad del momento, hasta el domingo no se reportaron signos de violencia en las calles.
El ministro de las Fuerzas Armadas, Manantsoa Deramasinjaka Rakotoarivelo, ha reconocido a un oficial respaldado por los manifestantes como el nuevo jefe del Ejército. Durante la ceremonia, se designó al general Demosthene Pikulas como jefe del Estado Mayor, un paso significativo en un contexto de creciente inestabilidad.
Las protestas, que ya llevan semanas, han dejado al menos 22 muertos y han desembocado en disturbios serios desde el 25 de septiembre. En este marco, el coronel Michael Randrianirina, un líder de la CAPSAT, ha afirmado que sus tropas han intercambiado disparos con las fuerzas de seguridad, defendiendo la exigencia de dimisiones del presidente y otros altos funcionarios.
La situación se complica aún más con la incertidumbre sobre el paradero de Rajoelina. Mientras su gobierno asegura que permanece en el país, las informaciones acerca de su ubicación son contradictorias. Este presidente, que ascendió al poder en 2009 tras un golpe militar, ha enfrentado críticas desde su regreso en 2014.
El impacto de la inestabilidad también se ha sentido en el transporte aéreo; Air France anunció la suspensión de vuelos entre París y Antananarivo del 11 al 13 de octubre, justificada por la preocupación de seguridad en el país.
Madagascar, con una población de aproximadamente 31 millones de personas, ha sido escenario de varios golpes de Estado y ha lidiado con crisis políticas a lo largo de su historia desde la independencia de Francia en 1960. El desenlace de esta situación continua siendo incierto, y se sigue observando de cerca por la comunidad internacional.
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