Presión sobre Harfuch para atrapar narco.

Ernestina Godoy y Omar García Harfuch han reactivado su colaboración, una dupla que marcó una pauta durante la gestión de Claudia Sheinbaum como Jefa de Gobierno, enfocándose en mejorar la seguridad y combatir el crimen organizado en la Ciudad de México. Sin embargo, el contexto actual presenta desafíos mucho más complejos, con una presión 32 veces mayor.

La inminente salida de Alejandro Gertz Manero de la Fiscalía General de la República ha dejado un legado de rezago en la resolución de casos, complicando aún más el panorama para Godoy y su equipo. Esto se agrava ante la perspectiva de un evento global: la Copa Mundial de 2026, cuya llegada está acompañada de expectativas y una creciente demanda por resultados contundentes en la lucha contra el narcotráfico.

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Historias recientes resaltan la urgencia de obtenciones efectivas. Desde el arresto de Ismael “el Mayo” Zambada en 2024 en Estados Unidos, la presión ha aumentado drásticamente, especialmente con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero. A pesar de las solicitudes de la Casa Blanca, se decidió no proceder con ciertas capturas, lo que podría llevar a una renegociación del acuerdo bilateral entre México y Estados Unidos sobre seguridad.

Este pacto no es casual, dado que se estiman cerca de 67 millones de turistas extranjeros por el Mundial. En este sentido, se han entregado ya 55 narcotraficantes mexicanos a la justicia estadounidense, en un contexto donde algunos de estos criminales son considerados terroristas por el gobierno norteamericano.

Las autoridades están bajo un escrutinio intensificado, y Harfuch ha solicitado tiempo adicional para planificar cualquier posible captura, con el propósito de evitar un colapso en la seguridad que provoque caos, saqueos o violencia, especialmente en un momento en el que el país debe demostrar su capacidad organizativa y de control social durante un evento de tal magnitud.

La situación, que ha sido objeto de discusiones internas dentro de Palacio Nacional, refleja tanto la complejidad de la lucha contra el crimen organizado como la imperante necesidad de salvaguardar la seguridad en un momento crucial para la reputación de México.

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