El conflicto en el Congreso de la Unión ha alcanzado nuevas dimensiones, poniendo en el centro de atención la disputa entre los partidos Morena y PRI. En la apertura del Primer Periodo Ordinario de Sesiones del Segundo Año de Ejercicio de la LXVI Legislatura, las acusaciones volaron de un lado a otro, mientras se presentaba también el 1° informe de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
La senadora Alejandra Barrales, del partido Movimiento Ciudadano, fue la encargada de encender la mecha. Su crítica hacia Morena fue contundente; acusó a los legisladores del oficialismo de convertir el Congreso en una entidad al servicio del Poder Ejecutivo, apoyando así la concentración de poder sin un verdadero contrapeso. En su intervención, no dudó en señalar al PRI de mantener una “pelea vergonzosa” con Morena, advirtiendo que el camino que ellos recorrieron en el pasado podría traer consecuencias negativas para la mayoría legislativa actual.
La tensión fue palpable cuando el líder nacional del PRI, Alejandro Alito Moreno, tomó la palabra. Con un tono desafiante, descalificó a Morena, describiéndolo no como un partido, sino como un “cártel”. Moreno argumentó que el gobierno actual ha evolucionado de una “alianza electoral” a un “narcogobierno”, comparando a López Obrador con figuras como Chávez y Maduro, quienes han arruinado los modelos democráticos en América Latina.
Ante estas palabras, la bancada de Morena, junto a sus aliados, respondía con fervor mediante consignas de apoyo a su líder, Obrador. Sin embargo, Alito Moreno continuó su discurso, denunciando violaciones a los derechos humanos y a la libertad de expresión por parte del oficialismo. Los ánimos se elevaron aún más cuando calificó el 1 de septiembre como un “día oscuro” para el país, asegurando que el PRI nunca permitiría que Morena socavara la democracia.
La situación escaló al punto de que Alito, junto a su bancada, abandonó brevemente el pleno para regresar armados con megáfonos y pancartas, en un intento de interrumpir la sesión. A pesar de los intentos del presidente provisional del Congreso, Sergio Gutiérrez Luna, por restaurar el orden, el caos reinó hasta que el líder parlamentario de Morena, Ricardo Monreal, logró imponer un pacto para continuar la sesión con un poco de “respeto”.
Los gritos de la bancada del PT y las arengas en favor de Claudia Sheinbaum no cesaron, dejando claro que la controversia no solo se limitaba a las palabras, sino que reflejaba un profundo desencanto y rivalidad entre los partidos. La senadora Geovanna del Carmen Bañuelos del PT, al retomar la palabra, observó con desdén que las reacciones de la oposición evidencian su desesperación y un acelerado proceso de extinción política, ya que han perdido la confianza del electorado.
La polarización y el clima de tensión en el Congreso de la Unión son síntomas de un contexto político complejo, donde la lucha entre la oposición y el oficialismo se intensifica, con repercusiones que van más allá de los muros del Salón de Plenos, afectando a la ciudadanía en su conjunto.
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