El fascinante camino de José de Jesús Reyes Blas hacia la Copa del Mundo Sub 17 en Perú en 2005 es un relato de esfuerzo, superación y la realidad del fútbol, que a menudo juega con los destinos de sus protagonistas. Este joven, que se formó en el Atlas, logró destacarse y recibir convocatorias para representar a su país, comenzando una travesía que culminaría en un oro inesperado.
Al llegar a Lima junto a su equipo y el cuerpo técnico, fue sorprendido con una noticia que cambiaría su papel en el torneo. Apenas dos días antes del inicio de la competencia, se enteró de que no sería uno de los tres porteros. En su lugar, el guardameta Cristian Flores tomaría su lugar debido a la imposibilidad de registrar a Carlos Vela como portero. Este revés lo dejó en un estado de tristeza y desilusión, pero a su entorno no le faltó el ánimo para hacerle ver que seguía siendo parte integral del equipo.
El impacto de recibir esta noticia se reflejó en sus palabras, cuando recordó cómo Chucho Ramírez, el entrenador, le pidió que se quedara. A pesar de su nueva condición de testigo, Reyes mantuvo su rol dentro del equipo, entrenando junto a sus compañeros y participando en la dinámica del grupo, lo que le permitió experimentar el torneo a su manera.
Con cada partido, desde la fase de grupos hasta el memorable 3-0 ante Brasil, Reyes vivió la intensidad de cada victoria. No obstante, la historia no termina ahí. Al llegar el momento de la premiación, aunque inicialmente pensó que no recibiría medalla, se vio sorprendido por la decisión de su entrenador de que pasara a recibirla, reafirmando su pertenencia al equipo.
Su medalla, aunque le traía sentimientos encontrados debido a su falta de participación en los juegos, simbolizaba un logro compartido. Reyes valoró el reconocimiento de su esfuerzo a lo largo del proceso, aunque no estuviera en el campo el día de la victoria.
A dos décadas del campeonato, Reyes guarda no solamente su medalla, sino también recuerdos y anécdotas que aún comparte con sus compañeros en un grupo de WhatsApp llamado “Campeones del Mundo”. La camaradería y el sentido de pertenencia que forjaron en ese exitoso 2005 continúa viva, un testamento del impacto que tuvo esta selección en el fútbol mexicano y en la vida de cada uno de sus integrantes.
Para actualizar estos eventos, es esencial señalar que están basados en información procedente de 2025, y el legado del equipo sigue influyendo en las generaciones actuales de futbolistas.
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