La riqueza cultural de los mexicas se perfila en la nueva exhibición que se ha inaugurado en el museo de sitio de la zona arqueológica del Templo Mayor, destacando la historia de Tenochtitlan a través de una colección de alrededor de 65 piezas que abarcan desde su migración desde Aztlán hasta su post-conquista. Esta muestra, titulada “Tenochtitlan: Origen y vocación de una ciudad”, se desarrolla en un contexto histórico de 700 años y ha sido cocurada por Eduardo Matos Moctezuma, figura clave en el estudio de esta civilización.
Los objetos presentados, muchos de ellos procedentes de excavaciones en el Templo Mayor y sus alrededores, incluyen tanto piezas originales como reproducciones facsímiles, acuarelas y textiles. Esta diversidad de elementos permite a los visitantes experimentar las transformaciones culturales y los significados subyacentes a la fundación y desarrollo de Tenochtitlan, foco de la identidad mexica.
La exposición no se limita a la cronología de los eventos, ya que la narrativa va desde la salida de los mexicas de Aztlán—una isla mítica del norte—hasta su establecimiento en 1325. Según las crónicas, su dios Huitzilopochtli les ordenó buscar una nueva tierra donde crear su hogar, un viaje que estuvo cargado de simbolismo y tradición.
Miguel Pastrana Flores, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, señala que el propósito de la exhibición es enmarcar la fundación de Tenochtitlan en un contexto más amplio, que incluye las historias y crónicas que hayan sobrevivido a la devastación sufrida por la ciudad durante y después de la Conquista, cuando muchos de sus tesoros fueron destruidos o reutilizados en otras edificaciones.
Las salas de la exhibición ofrecen un recorrido que no se adhiere estrictamente a un orden cronológico, lo que permite explorar las dinámicas culturales y simbólicas que se han reinterpretado a lo largo de la historia. Pastrana indica que, aunque la mayoría de las piezas exhibidas son anteriores a la Conquista, la narración está sustentada en la tradición profunda del pueblo mexica y su cosmovisión.
Un punto destacado en la exhibición es la conexión entre la agricultura, fundamental para la vida mexica, y la práctica ritual. La pirámide principal de Tenochtitlan albergaba dos capillas—una dedicada al dios de la guerra y otra a la deidad del agua—reflejando la dualidad que caracteriza la visión del mundo mexica.
Entre las piezas notables se encuentran reproducciones de esculturas icónicas, estatuas y utensilios que hablan de la vida cotidiana y los rituales de esta antigua civilización.
Esta exhibición, además de ser un punto de encuentro con la historia, responde a una creciente inquietud social sobre la fundación de Tenochtitlan y la identidad nacional, fenómeno que se ha intensificado en los últimos años. Al finalizar el recorrido, los visitantes son invitados a reflexionar no solo sobre el esplendor de una ciudad destruida, sino también sobre su legado perdurable en la historia mexicana.
La muestra estará disponible en el museo de sitio, brindando una oportunidad invaluable para conectarse con las raíces culturales de un pueblo que ha dejado una huella indeleble en la historia de México.
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