El actual panorama de tensión en la relación comercial entre México y Estados Unidos ha generado un urgente llamado a la acción respecto a la nueva legislación antimonopolios en el país. Alfonso Ramírez Cuéllar, diputado de Morena, ha señalado que es esencial que esta reforma cumpla con lo establecido en el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC). En febrero, presentó una iniciativa para reformar la Ley Federal de Competencia Económica (LFCE) en concordancia con la reforma constitucional que se aprobó en diciembre de 2024. Esta reforma define la reorganización de varias entidades del Estado, incluyendo la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) y el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), que eventualmente cederán sus funciones a nuevas agencias gubernamentales.
La propuesta de Ramírez Cuéllar es complementaria a la del Ejecutivo federal, que fue presentada a finales de abril. Ambas iniciativas están programadas para ser discutidas durante un período extraordinario de sesiones en junio. Durante un evento sobre la propuesta de ley de competencia económica, Ramírez Cuéllar subrayó la necesidad de evitar conflictos de interés en la regulación de telecomunicaciones, tal como lo estipula el T-MEC. Este tratado establece que el Estado no puede ser operador y regulador simultáneamente, lo que podría generar conflictos de interés. Este punto adquirió relevancia en la discusión, en especial considerando que el T-MEC contiene mandatos que México debe cumplir sin excusas, especialmente ante el reciente endurecimiento de la política arancelaria de Estados Unidos.
Para evitar cualquier incumplimiento, Ramírez Cuéllar ha propuesto que la nueva agencia antimonopolios no se integre a ninguna secretaría de Estado, para así minimizar conflictos de interés. En su opinión, el nuevo organismo debe tener la autonomía necesaria para abordar los temas de competencia sin distracciones ni presiones que desvíen su objetivo principal.
Ambas iniciativas, la de Ramírez Cuéllar y la del Ejecutivo, buscan incrementar las facultades de investigación de la nueva agencia y endurecer las sanciones para quienes infrinjan la LFCE. Por ejemplo, plantean ampliar el período de investigación sobre concentraciones no notificables de uno a tres años, y aumentar las multas de un 10% a un 20% para los casos más graves de colusión.
Sin embargo, analistas han expresado que el éxito de estas reformas podría verse comprometido si la nueva agencia no recibe los recursos adecuados. Ignacio Navarro, excomisionado de la Cofece, advirtió que, sin un presupuesto y personal suficientes, el esfuerzo por incrementar las multas sería en vano. Javier Núñez, también excomisionado de la Cofece, coincidió en que una autoridad más fuerte tendrá que lidiar con recursos probables limitados, lo que podría afectar su capacidad para manejar diferentes casos eficientemente.
Este contexto sugiere que la creación de una estructura robusta y bien financiada es vital para que las nuevas normas no se queden solo en el papel, sino que puedan ser implementadas efectivamente en el complejo ecosistema económico del país. La discusión promete seguir generando un amplio interés entre especialistas y el público en general, especialmente considerando las implicaciones que estas reformas tienen tanto a nivel nacional como internacional.
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