En el marco del 80 aniversario de los devastadores bombardeos a Hiroshima y Nagasaki, que tuvieron lugar el 6 y 9 de agosto de 1945, se despliega una obra teatral que busca explorar las profundas secuelas de esta tragedia histórica. La producción, titulada Las niñas y los niños de papel, combina el arte del teatro de títeres y objetos, ofreciendo una reflexión sensible sobre la experiencia de los sobrevivientes del ataque nuclear.
El montaje se presenta en la sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque, donde sigue la historia de Masaki, un anciano hibakusha, que siente la necesidad de romper el silencio y recordar su niñez junto a su amiga Kazumi. Luisa Aguilar, la dramaturga y codirectora de la obra, comparte que la inspiración provino del relato Sadako y las mil grullas de papel, que resonó en su interior por su mensaje de esperanza en medio de la tragedia. Este enfoque narrativo busca sensibilizar al público joven, utilizando metáforas que permitan abordar la complejidad del tema bélico.
La obra utiliza el juego de Piedra, papel o tijera como herramienta narrativa; en este contexto, las piedras simbolizan el poder, las tijeras representan la fuerza armada y el papel la población vulnerable. Con esta estructura, se narran los conflictos de manera abstracta, fomentando una reflexión profunda sobre la guerra y la paz.
Además, el montaje incorpora técnicas tradicionales japonesas, como el bunraku, donde se manipula a Masaki, un títere construido en vivo con piezas de papel. La estética visual se complementa con dibujos en vivo y kirigami, creando una experiencia inmersiva que combina elementos de pérdida y esperanza.
El proceso para la creación de esta obra fue exhaustivo. Aguilar dedicó tiempo a investigar la genbaku bungaku, literatura sobre las consecuencias de la bomba atómica, así como a recopilar testimonios y relatos de sobrevivientes. Masaki no es simplemente un personaje; es la voz de muchos que han sufrido en silencio, ofreciendo una perspectiva humanizada del trauma.
Una conferencia del sobreviviente Yasuaki Yamashita también marcó un hito en el proceso creativo de la obra. Yamashita instó a los presentes a alzar la voz contra las armas nucleares, enfatizando que “una pequeña acción puede ser una gran ola”. Esta idea inspiró al equipo creativo a utilizar el teatro como un medio para mantener viva la memoria colectiva y sensibilizar al público.
La agrupación Mondomeraki, fundada por Aguilar y Adolfo García en 2017, busca promover una estética comprometida con la ética y lo simbólico. El desafío de abordar un tema tan delicado para las audiencias jóvenes implicó encontrar un equilibrio entre la honestidad y la protección emocional. Aguilar subraya que el final de la obra busca ofrecer una luz de esperanza, tocando las emociones sin causar daño.
La intención del montaje es provocar preguntas en lugar de proporcionar respuestas definitivas, ofreciendo una invitación a reflexionar sobre conflicto, violencia y la posibilidad de un futuro distinto. Las funciones de Las niñas y los niños de papel se llevarán a cabo los sábados y domingos a las 13 horas en la sala Xavier Villaurrutia del CCB, con una duración que se extenderá hasta el 14 de septiembre. Los boletos están disponibles a un costo de 80 pesos para niños y 150 para adultos.
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