En un escenario que resalta las profundas desigualdades de género en el ámbito judicial y familiar, se presenta la historia de una madre que decide huir de la violencia de su pareja. Este acto, que podría interpretarse como un intento de proteger a su hijo, se ve transformado en una batalla legal que desafía las nociones tradicionales sobre la custodia parental.
La protagonista, quien vivió en condiciones de violencia psicológica y física, tomó la valiente decisión de dejar atrás su hogar en Puebla buscando un entorno más seguro para ella y su hijo. Sin embargo, su desafío no terminó con la huida. En un giro inesperado, el padre del niño, a pesar de las acusaciones de maltrato, logró obtener la custodia tras un proceso legal que ha sido catalogado por muchos como una manifestación de la justicia patriarcal que permea nuestros sistemas.
Este caso no es un evento aislado; es parte de un patrón más amplio en el que las mujeres que enfrentan violencia en el ámbito doméstico, lejos de encontrar apoyo en las instituciones, se enfrentan a obstáculos que parecen multiplicarse en momentos de vulnerabilidad. La lucha por la custodia en casos de violencia familiar está relativamente marcada por una tendencia en la que, a menudo, se desestima el abuso sufrido por la madre a favor de presunciones que favorecen al padre, corroborando así una estructura que subyace en la cultura patriarcal.
Además, la situación se complica aún más por la falta de recursos económicos y apoyo emocional para las mujeres en situaciones críticas. Con frecuencia, cuando deciden salir de relaciones abusivas, se encuentran en un laberinto judicial que no les brinda las medidas de protección necesarias, dejando a sus hijos en el centro de una disputa en la que el bienestar emocional y físico del menor no siempre es la prioridad.
Es fundamental que la sociedad tome conciencia de estos elementos para fomentar un cambio en el paradigma judicial que a menudo otorga la razón a los agresores, en lugar de salvaguardar a quienes han sido víctimas. La historia de esta madre debe ser un llamado a la reflexión y a la acción, poniendo de relieve la urgentísima necesidad de reformar las leyes y procedimientos que regulan la custodia de los menores, especialmente en contextos de violencia intrafamiliar.
La situación expone no solo las fallas en el sistema legal, sino también la urgencia de crear espacios de apoyo para madres y padres que buscan proteger a sus hijos en un contexto donde la violencia se convierte en un desafortunado protagonista de la vida cotidiana. Al final, lo que está en juego no es solo la custodia, sino el desarrollo emocional y psicológico de una infancia que se ve atrapada en un sistema que aún necesita evolucionar hacia una verdadera equidad de género.
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