En las costas de Quintana Roo, se anticipa un verano particularmente complicado debido a un aumento estimado del 40% en la acumulación de sargazo para este año. Leticia Durand Smith, académica del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, hizo esta advertencia en el marco del Seminario Interinstitucional Entramados Naturaleza, Cultura y Sociedad, celebrado en Mérida, Yucatán.
La creciente presencia de este alga, que ha perturbado la vida marina y afectado a las comunidades locales, ha desafiado la capacidad de las instituciones para gestionarla. En 2022, se observó que el sargazo no solo dañó la salud del medio ambiente, creando lo que se conoce como “marea marrón”, un fenómeno que reduce la penetración de luz solar y los niveles de oxígeno en el agua, sino que también representa una oportunidad de negocio en una nueva industria.
El impacto ambiental es alarmante: en Puerto Morelos, la descomposición del sargazo ha llevado a una asombrosa reducción de hasta 35 veces en la luminosidad del agua y una disminución del 50% en los niveles de oxígeno. Este fenómeno ha tenido consecuencias desoladoras para los arrecifes de coral, que ya enfrentaban una problemática de deterioro; en 2016, el 27% de ellos había muerto. La situación para la fauna marina es igualmente preocupante; las tortugas marinas, entre otras especies, enfrentan serios riesgos: no pueden anidar adecuadamente y sufren un aumento en la incidencia de fibropapilomatosis, con un incremento notable de casos en los últimos años.
En el ámbito humano, la situación también resulta crítica. La descomposición del sargazo libera gases tóxicos como sulfuro de hidrógeno y amoniaco, generando síntomas en las personas que van desde irritación de mucosas hasta dolores de cabeza y náuseas. Además, las acumulaciones de algas generan un aspecto poco atractivo para los turistas que visitan las playas, afectando la economía local.
Las estrategias para combatir este problema han incluido la colaboración entre autoridades y el sector hotelero, quienes han implementado técnicas de limpieza manual o mediante maquinaria. Sin embargo, el costo es elevado; se estima que limpiar un kilómetro de playa puede llegar a costar más de un millón de dólares al año. Cuando el sargazo no se maneja adecuadamente, los lixiviados resultantes contaminan los acuíferos de la Península de Yucatán, poniendo en riesgo el delicado equilibrio del medio ambiente local.
Por otro lado, algunas empresas han empezado a capitalizar esta situación: ofrecen servicios de limpieza, alquiler de maquinaria e incluso barcos para retirar el sargazo antes de que llegue a las costas. Sin embargo, el verdadero reto radica en comprender que el sargazo es un síntoma de profundas transformaciones en nuestros océanos, reflejo del impacto del cambio climático y el deterioro ecológico.
Esta información corresponde a la fecha de publicación original (2025-06-14 08:00:00) y refleja una situación que sigue siendo relevante en el contexto ambiental global.
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