Cuestionada, dentro y fuera de palacio. Desde que se anunció su compromiso con Andrés de Inglaterra en 1986, Sarah Ferguson ha estado sometida al escrutinio en el seno de la familia real británica, pero también al de los ciudadanos y la prensa, tal y como le ocurrió a su buena amiga Diana de Gales. Una presión mediática muy dura en determinadas ocasiones que hizo mella en Ferguson durante años y de la que ahora ha hablado abiertamente en una entrevista concedida al diario The Telegraph.
“Ser el foco del escrutinio público y la crítica tiene un coste en la salud mental, inevitablemente”, ha afirmado la exesposa del príncipe, que en anteriores ocasiones ya había reconocido haber sufrido trastornos alimentarios y haber acudido a terapia como consecuencia de las críticas recibidas y la exposición. “Tuve una relación malsana con la comida durante mucho tiempo. En el pasado, acudí a terapia para lidiar con esos problemas”, ha recordado.
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La fama y las nefastas consecuencias que, en parte, ha tenido para ella ocupan gran parte de la amplia conversación que Ferguson ha mantenido con el periódico británico. En ella, la duquesa de York —conserva el título a pesar del haberse divorciado de Andrés en 1996— rememora algunos de los capítulos más difíciles a los que se ha enfrentado como cuando la apodaron “La duquesa de cerdo”(un juego de palabras entre “York” y “pork”, cerdo) o cuando un diario publicó una encuesta en la que el 82% de los entrevistados aseguró que “prefería dormir con una cabra antes que con Fergie”. “Por supuesto, eso socava la confianza en ti mismo y la autoestima. Empiezas a creer que todo el mundo piensa que estás gorda y desaliñada”, sostiene.
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Divorciada oficialmente del príncipe Andrés en 1996, las relaciones de Ferguson con otros hombres coparon las portadas de los tabloides británicos en varias ocasiones en los años anteriores, sometiéndola al juicio público, y también dentro de la propia familia real británica, cuya relación con algunos miembros se deterioró para siempre. Fue el caso del duque de Edimburgo, quien nunca le perdonó a su nuera capítulos como el de la sonada portada del Daily Mirror en agosto de 1992 en la que se la veía en actitud comprometida con el asesor financiero John Bryan.
Una relación maltrecha que Ferguson no aclara si llegó a mejorar antes de la muerte de Felipe, el pasado 9 de abril. “El duque fue un consorte extraordinario, padre y abuelo, y su fallecimiento ha dejado un gran vacío en la familia. Sirvió a su nación y a la Reina con una dedicación increíble durante casi 70 años”, zanja sin entrar en la polémica, y dedicándole también unas palabras a su exsuegra, la reina Isabel II. “Ella es la dama más extraordinaria y la jefe de Estado más extraordinaria y la suegra más extraordinaria”.