Un niño se acercó a la presidenta Claudia Sheinbaum durante su visita a San Luis Potosí el 24 de mayo y le hizo un entrante pedido: que se reintrodujera la comida chatarra en las escuelas, prometiendo que, a cambio, sería “la mejor presidenta” que México haya tenido. La interacción, que tuvo lugar en un ambiente distendido, fue recibida por Sheinbaum con risas mientras explicaba las razones detrás de la prohibición de estos alimentos en los centros educativos, enfatizando que “hace mucho daño a la salud… el azúcar”.
El pequeño insistió en su solicitud, reforzando la idea de que el regreso de la comida chatarra le ganaría una gran popularidad entre los niños, quienes, según Sheinbaum, a menudo se le acercan con promesas de votos en el futuro, mostrando su deseo de un cambio en sus menús escolares.
La mandataria, aunque atendió el diálogo con humor, no se apartó de su compromiso hacia la salud de los menores. En su respuesta, recordó los riesgos asociados con el consumo excesivo de estos productos, destacando la falta de información que muchos niños pueden tener sobre el impacto negativo de estos alimentos en su salud. Durante esta visita, Sheinbaum también aprovechó para hablar sobre el programa Vida Saludable, que busca promover hábitos alimenticios más saludables en las escuelas.
El 29 de marzo de 2025, se implementó a nivel nacional una prohibición de la comida chatarra en los centros educativos. Esta medida fue parte de una serie de lineamientos de la Secretaría de Educación Pública (SEP) que regulan la preparación y expendio de alimentos y bebidas en las escuelas. El objetivo principal de esta estrategia es combatir el preocupante aumento del sobrepeso y la obesidad infantil en México, que ha posicionado al país como el líder mundial en esta problemática.
Esta situación refleja un dilema común en la infancia: el anhelo por los sabores dulces contrastado con la necesidad de una educación alimentaria que garantice un desarrollo saludable. La interacción entre Sheinbaum y el niño no solo subraya la simplicidad de los deseos infantiles, sino que también indica cómo las decisiones políticas sobre la alimentación en las escuelas pueden estar alineadas con la promoción de una vida sana desde la infancia.
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