La administración de Donald Trump ha prometido revitalizar la industria manufacturera estadounidense mediante una estrategia arancelaria que busca atraer fábricas de regreso al país. Sin embargo, este ambicioso plan enfrenta un desafío crítico: la falta de mano de obra para operar las líneas de producción. Con una población envejecida, tasas de natalidad históricamente bajas y una desaceleración en la inmigración, el regreso de las fábricas se encuentra en un punto crítico.
La Asociación Nacional de Manufactureros (NAM) reportó que el sector cerró 2024 con medio millón de vacantes sin cubrir, y se estima que para 2033 el déficit podría superar los 1.9 millones de puestos. Aunque la automatización ha avanzado, Estados Unidos ocupa el décimo lugar en robotización industrial, lo que no es suficiente para suplir la falta de trabajadores. Además, la industria manufacturera está compuesta mayoritariamente por pequeñas empresas, de las cuales el 93.4% tiene menos de 100 empleados.
El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ha modificado el panorama industrial, reduciendo la dependencia de China y fortaleciendo la integración con socios regionales. Sin embargo, la volatilidad política amenaza este equilibrio. Trump ha prometido revertir la pérdida de 90,000 fábricas desde la firma del TLCAN, señalando a China como responsable del desplazamiento de industrias y empleos. Su propuesta arancelaria busca ser el motor de un renacimiento industrial, aunque enfrenta críticas y escepticismo.
El envejecimiento poblacional agrava la situación. Para 2034, los mayores de 65 años superarán a los menores de 18, y uno de cada cinco ciudadanos estará en edad de jubilación. Aunque la Generación Z muestra un mayor interés en el sector manufacturero en comparación con los millennials, el déficit de habilidades técnicas sigue siendo un obstáculo significativo.
La inmigración, que ha sido clave para compensar la escasez de mano de obra, enfrenta restricciones más severas bajo la administración Trump. En 2025, más de 100,000 personas han sido deportadas y otras 113,000 esperan ser expulsadas. Esto pone en jaque a un sector que depende en gran medida de los migrantes, quienes representan el 18% de los empleos en Estados Unidos.
A pesar de estos desafíos, Estados Unidos sigue siendo el segundo mayor productor industrial del mundo, con una participación del 16.8%, solo detrás de China. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, ha destacado que el enfoque no es reemplazar millones de trabajadores, sino transformar sus labores mediante la automatización. Sin embargo, la falta de políticas laborales y migratorias coherentes amenaza con frenar el renacimiento industrial prometido por Trump.
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