Productividad Laboral en México: Un Desafío Que Trasciende Cifras
La productividad laboral es un tema crucial en la economía mexicana, que va más allá de medir simplemente el Producto Interno Bruto (PIB) o la generación de empleo. La cuestión es: ¿las empresas realmente comprenden y saben cómo medir su productividad laboral? Este es un análisis que implica una mirada más profunda.
La Ley Federal del Trabajo (LFT) establece que la productividad es el resultado de la optimización de cinco factores clave: humanos, materiales, financieros, tecnológicos y organizacionales. La LFT no solo busca aumentar los ingresos de las organizaciones, sino también promover un entorno laboral favorable y asegurar que los beneficios se distribuyan equitativamente a través de sistemas efectivos de medición.
Para lograr esto, la LFT destaca la importancia de implementar programas de diagnóstico, compartir mejores prácticas y crear condiciones adecuadas para la mejora continua de la productividad. Esto incluye evaluar de manera periódica las condiciones de trabajo, aplicar medidas de seguridad e higiene, y desarrollar sistemas de incentivos.
Un dato preocupante presentado por la organización México, ¿Cómo vamos?, indica que la productividad laboral en el país alcanzó apenas un 0.7% al cierre del primer trimestre de 2025, una cifra significativamente inferior a la meta esperada del 4.8%. Este escenario plantea interrogantes sobre la metodología de medición utilizada en diversas empresas.
Expertos como Alejandra Toscano, de DNE Consulting, enfatizan que no todas las empresas están midiendo su productividad correctamente. A menudo, se enfocan en resultados en lugar de analizar tiempos y movimientos, lo cual es vital para obtener una imagen completa de la eficiencia.
Olivia Segura, especialista en Capital Humano de KPMG México, añade que es crucial que las empresas definan con claridad sus objetivos. No todas las organizaciones tienen claridad sobre sus metas, especialmente durante las jornadas laborales.
Para evaluar la productividad, la técnica de estudio de tiempos y movimientos se presenta como una herramienta efectiva. Este método analiza el ritmo y tiempo requeridos para llevar a cabo una tarea y se centra en el proceso, identificando pasos innecesarios que pueden eliminarse para optimizar recursos y mejorar el desempeño.
Además, la evaluación debe considerar factores como las condiciones del lugar de trabajo, el ambiente, las herramientas y los retrasos, lo que permite tener una visión integral del rendimiento laboral.
A través de diversas metodologías que involucran la administración por objetivos y sistemas como el Balanced Scorecard (BSC) y el Cuadro de Mando Integral (CMI), es clave avanzar hacia un enfoque preventivo en las mediciones. Tener datos concretos permite a las empresas anticiparse a los resultados y, sobre todo, establecer objetivos realistas y claros.
Este enfoque en la medición de la productividad también tiene implicaciones en la reducción de la jornada laboral. Medir con precisión permite ajustar horarios y tareas de manera eficiente, lo que podría facilitar horarios más flexibles sin comprometer la efectividad.
Así, el análisis de la productividad no solo se centra en maximizar el rendimiento, sino que fomenta condiciones laborales deseables y saludables. Un aspecto fundamental es que los incentivos deben alinearse con los objetivos establecidos, asegurando que no se enfoquen solamente en resultados, sino también en actitudes y habilidades del personal.
En conclusión, la productividad laboral en México enfrenta desafíos significativos, y la clave para su mejora radica en la adecuada medición y análisis de los diversos factores que la componen. Con información precisa y objetivos bien definidos, las empresas podrán no solo elevar su desempeño, sino también contribuir al bienestar de sus trabajadores.
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