La figura de Sor Juana Inés de la Cruz ha sido reconocida a lo largo de la historia no solo por su aguda poesía, sino también por su contribución al mundo musical a través de sus villancicos. En la Nueva España, la monja jerónima alcanzó un notable aprecio, comenzando por su habilidad para componer estas canciones que, aunque ahora frecuentemente asociadas con la Navidad, en realidad abordan una variedad de celebraciones.
Según el académico Jorge Gutiérrez Reyna, Sor Juana escribió doce conjuntos de villancicos, de los cuales once no están vinculados a festividades navideñas. Muchas de estas composiciones estaban destinadas a eventos como la Asunción de María, marcando su evolución como escritora profesional. A pesar de que es más conocida por otras obras notables, como “Primero sueño” y “Respuesta a Sor Filotea de la Cruz”, sus primeras publicaciones fueron villancicos, una de las formas poéticas más antiguas del español.
El término “villancico” deriva de “villano”, y originalmente hacía referencia a las canciones populares en la Edad Media. Con el tiempo, la Iglesia católica adoptó este formato para evangelizar, adaptándolo a temas religiosos. Sor Juana no solo escribió en español, sino también en náhuatl, trabajando al servicio de la Iglesia, que era el poder predominante de su época. Las catedrales de México, Puebla y Oaxaca la requerían para embellecer festividades religiosas, incluyendo los maitines, que son celebrados entre las 10 y 12 de la noche.
La experiencia de asistir a una catedral iluminada con velas para escuchar un villancico de Sor Juana era, en su tiempo, extraordinaria. Gutiérrez Reyna destaca que esta vivencia, llena de magia y solemnidad, contrastaba con la forma en que hoy disfrutamos de esas composiciones, limitadas a lecturas solitarias en papel.
Es importante subrayar que los villancicos deben ser cantados. Sor Juana poseía un profundo conocimiento musical; escribió un tratado sobre música titulado “El caracol”, aunque este se ha perdido. A pesar de la falta de partituras originales, se ha logrado reconstruir cómo podrían haber sonado estas poesías a partir de grabaciones y partituras similares encontradas en diversos lugares, como Bolivia.
El interés por las composiciones de Sor Juana no solo radica en su musicalidad, sino también en la complejidad teológica presente en sus letras. Reflexiones profundas sobre cuestiones espirituales son un sello distintivo de su obra, ofreciendo un testimonio de su erudición e inteligencia.
Sor Juana Inés de la Cruz continúa inspirando a nuevas generaciones, recordándonos la riqueza cultural y musical de su tiempo. Su legado como villanciquera culta permanece presente, invitándonos a redescubrir la profundidad de su arte musical y poético.
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