En los últimos meses se han reportado una serie de suicidios en el Centro Federal de Readaptación Social número 16, una prisión para mujeres ubicada en Morelos, México. Los incidentes han generado gran preocupación y controversia en la sociedad por la falta de medidas preventivas y la situación de vulnerabilidad de las reclusas.
De acuerdo con los informes, la ola de suicidios comenzó a finales del año pasado, cuando una joven condenada a 12 años de prisión se ahorcó en su celda. A partir de entonces, la situación se ha agravado, con al menos 12 casos más de mujeres que han tomado la misma trágica decisión.
Entre las principales críticas a las autoridades penitenciarias se encuentra la falta de atención psicológica para las presas, que podrían estar sufriendo de trastornos mentales y emocionales ante la difícil situación que viven. Además, se ha señalado el impacto emocional que ha tenido la pandemia de COVID-19 en las personas recluidas, al reducirse sus visitas y aumentar su aislamiento en las cárceles.
A pesar de las críticas y demandas de justicia por parte de grupos de activistas y familiares de las víctimas, las autoridades no han tomado medidas contundentes para prevenir más suicidios en el Cefereso 16. La situación llama a la reflexión sobre los problemas estructurales y de derechos humanos que enfrentan las personas en situación de encierro, así como la necesidad de fortalecer los programas de atención y prevención de suicidios en las cárceles mexicanas.
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