Tejedoras bolivianas encuentran en el teatro un espacio para soñar.

En La Paz, Bolivia, un grupo de mujeres ha transformado su dolor y sus experiencias en una poderosa forma de arte. Hace diez años, Kory Warmis, que significa “mujeres de oro” en quechua, surgió como un colectivo de vendedoras, artesanas y madres, víctimas de diversas formas de violencia. En un contexto donde la realidad puede ser abrumadora, el teatro se ha convertido en su refugio, un espacio no solo para compartir, sino para sanar y recuperar el derecho a soñar.

Este mes, Kory Warmis ha traído su obra “Déjà vu: El corazón también recuerda” a México, donde se presentará en el Centro Nacional de las Artes (Cenart). Este montaje refleja la violencia que atraviesa la vida de muchas mujeres, tanto en Bolivia como en otros lugares, y es un llamado a romper el silencio. La directora, Érika Andia, compartió en una reciente entrevista que a través del teatro, las participantes han tenido la oportunidad de contar sus historias, liberándose del peso de sus experiencias.

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Las escenas de la obra presentan a una niña que cose titulares de periódicos sobre violencia, una mujer que anhela un hogar sin gritos y una quinceañera que teje los sueños de su fiesta. Andia destaca que el teatro ha sanado a cada una de las participantes, devolviéndoles el derecho de soñar y reivindicar sus voces. La violencia en Bolivia, describe Andia, es una pesadilla repetitiva, un eco de sufrimientos que también resuena en otros países, incluido México.

El deseo de empoderar y visibilizar a las mujeres es un hilo conductor en su trabajo. “El dolor de callar es mucho más profundo que el de gritar,” afirma Andia, subrayando que a través de las artes escénicas, han logrado que más de 50 mujeres reconozcan sus sueños y aspiraciones. Su enfoque en la belleza estética y poética permite tratar temas complicados sin caer en el morbo, convirtiendo cada ensayo en un ritual colectivo donde el arte y la sanación se entrelazan.

La compañía ha recorrido diversas localidades, incluyendo escuelas, plazas y discapacitados, creando conexiones profundas entre sus historias y las vivencias de los espectadores. En un relato conmovedor, se menciona cómo una actuación en un pueblo cercano al lago Titicaca llevó a las mujeres de la comunidad a exigir una ley contra la violencia, lo que marca un hito significativo para el grupo.

“Venir a México es un sueño cumplido,” relata Andia, quien creció admirando a figuras icónicas del cine mexicano. Aquí, esperan no solo compartir su arte, sino también establecer lazos con artistas y mujeres mexicanas, creando nuevas redes de apoyo y solidaridad.

Las funciones de “Déjà vu: El corazón también recuerda” se presentan hoy y mañana en el Teatro de las Artes del Cenart. La invitación es abierta: el boleto tiene un costo de 200 pesos, un pequeño precio por experimentar una obra que promete ser una ventana hacia el dolor y la resistencia de un colectivo que ha encontrado en el teatro una vía para reescribir su narrativa personal y colectiva. Además, Kory Warmis llevará el mismo montaje al Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan, con la intención de tocar aún más vidas. Ahí, creen firmemente que el arte puede abrir puertas incluso en los muros más altos.

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