El término “teporocho”, comúnmente asociado a personas que consumen alcohol de manera excesiva, tiene orígenes que se remontan a una época crucial en la historia mexicana: el Porfiriato. Este periodo, que transcurrió entre 1876 y 1911 durante el mandato de Porfirio Díaz, se caracterizó por una modernización acelerada y una lucha por el control social que marcó a la sociedad de la época.
El uso de la palabra “teporocho” se vincula con una campaña de reforma social que buscaba limpiar las calles de lo que se percibía como indeseable, incluyendo el alcoholismo. En ese contexto, un grupo de hombres que ocupaban espacios públicos y consumían alcohol comenzaba a ser estigmatizado. La palabra, que deriva del náhuatl “tepōrocho,” hace referencia específicamente al consumo de pulque, una bebida tradicional mexicana. Los sureños, inicialmente los consumidores de esta bebida, fueron el blanco de críticas y de una percepción negativa que los asociaba con el desorden y la falta de moral.
A lo largo de los años, el término evolucionó y se amplió, dado que su aplicación fue más allá de los bebedores de pulque para incluir a cualquier persona considerada con problemas de alcoholismo. De esta forma, “teporocho” se convirtió en un término peyorativo, utilizado en el habla cotidiana para referirse a quienes, en distintas generaciones, han encontrado en el alcohol una forma de evasión.
El uso actual de la palabra abre un abanico de reflexiones sobre cómo la sociedad trata a las personas con problemas de adicciones. La historia del término sirve como un recordatorio de que los estigmas sociales pueden ser perpetuados a través del lenguaje y cómo la percepción de ciertos comportamientos ha cambiado a lo largo del tiempo.
Además, es importante considerar que cada cultura tiene sus propias concepciones sobre el consumo de alcohol y la adicción. En México, el alcoholismo ha sido un problema persistente, al cual se le suman factores sociales, económicos y de salud que merecen atención y comprensión. Estudios muestran que el consumo excesivo de alcohol no solo afecta la salud de los individuos, sino que también tiene consecuencias en sus familias y comunidades.
La evolución del término “teporocho” y su uso contemporáneo resaltan la necesidad de un enfoque más empático y consciente hacia el tema del alcoholismo. Promover el entendimiento y la educación sobre los problemas de adicciones es esencial para mejorar la discusión en torno a este asunto, así como para fomentar un cambio de mentalidad que pueda llevar a soluciones más efectivas a esta problemática social.
El estudio de fenómenos lingüísticos como la palabra “teporocho” ofrece una ventana a lo que se considera aceptable y lo que es rechazado en diferentes momentos históricos, mostrando cómo el lenguaje puede influir en la percepción social y el trato hacia ciertos grupos de personas. A medida que la sociedad avanza, es vital que las palabras y su significado se reconsideren en un esfuerzo por construir comunidades más inclusivas y comprensivas.
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