Brasil se planta ante un hito en su historia contemporánea: la creación del primer tren bala de América Latina. Este ambicioso proyecto tiene como objetivo unir las vibrantes ciudades de Río de Janeiro y São Paulo a través de un servicio de alta velocidad, que promete revolucionar el transporte en la región al alcanzar velocidades de hasta 350 km/h. De esta manera, el tiempo de viaje, que actualmente ronda las seis horas, se reducirá drásticamente a solo una hora y media.
Con una inversión estimada entre 9,000 y 15,000 millones de dólares, la mayoría de los fondos provendrán del sector privado, lo que indica un fuerte interés en esta innovadora infraestructura. La Agencia Nacional de Transporte Terrestre (ANTT) ha marcado el inicio de la construcción para el año 2027, proyectando que el tren comenzará a operar en junio de 2032.
El recorrido del tren abarcará aproximadamente 414 kilómetros e incluirá cuatro estaciones clave: São Paulo, São José dos Campos, Volta Redonda y Río de Janeiro, con un plan de expansión futura que podría añadir hasta ocho paradas adicionales en caso de que se generen más inversiones. Este proyecto, que ha sido objeto de estudio durante cerca de tres décadas, se inspira en el flamante Shinkansen de Japón, conocido por su eficiencia y velocidad.
El método de construcción elegido es el “box jacking”, que permite la instalación de cajones prefabricados de hormigón armado para crear túneles y pasos subterráneos. Este enfoque minimiza las interrupciones en la infraestructura existente, evitando bloqueos prolongados en carreteras y vías ferroviarias.
Brasil no es el único país que está capitalizando la tecnología de trenes de alta velocidad; en el contexto global, naciones como China, Japón, Alemania y Francia han establecido redes significativas que conectan importantes centros urbanos. China lidera con su Transrapid Maglev en Shanghái, con velocidades que alcanzan los 460 km/h, mientras que el modelo Fuxing CR400AF opera a 350 km/h en una extensa red que supera los 35,000 kilómetros. Alemania muestra su avance con el ICE 3, que llega a 330 km/h, y Japón sigue siendo pionero con el Shinkansen N700, que opera a 320 km/h. Por su parte, Francia mantiene una de las redes más amplias de Europa a través del TGV, también a 320 km/h.
Con el avance en la fase de planificación de esta primera línea de alta velocidad en Brasil, se vislumbra un futuro donde los trenes podrían convertirse en una alternativa preferente frente a los vuelos de corta distancia, facilitando una conexión más eficiente entre las capitales económicas de este gigante sudamericano.
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