El debate sobre los aranceles a los autos chinos en México ha tomado un giro significativo con la reciente propuesta del gobierno de incrementar estos aranceles hasta un 50%. Esta medida busca aplicarse exclusivamente a las marcas chinas que operan en el país, como BYD, MG, GAC, y varias otras, generando preocupación en el sector automotriz nacional. Guillermo Rosales, presidente de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA), ha señalado que este aumento pone en riesgo más de 800 puntos de venta y los 32,000 empleos directos que han sido creados a raíz de las inversiones en este sector, sumando un total de 60,000 millones de pesos.
Un aspecto crucial de la propuesta es que los grandes fabricantes tradicionales que importan vehículos de China, como General Motors y Ford, no se verán afectados por este incremento tarifario. Esto crea un panorama de competencia desigual, donde las automotrices tradicionales seguirán beneficiándose de importaciones sin aranceles, a pesar de que sus modelos provengan de las mismas fábricas que los vehículos chinos.
Eric Ramírez, director general de Urban Science Latam, menciona que esta medida tiene la intención de abordar los precios artificialmente bajos de los autos chinos. Al elevar esos costos, el gobierno busca incentivar una mayor inversión local en la manufactura. Sin embargo, algunos en la industria perciben un sesgo en el decreto; las marcas chinas enfrentarán cargas impositivas que no aplicarán a sus competidores tradicionales, lo que podría resultar en un desincentivo para la producción nacional que el gobierno pretende promover.
El impacto de este decreto podría ser considerable, ya que las marcas chinas han representado el 8.2% del mercado interno en el 2025, mientras que el 18.5% de las ventas totales provienen de productos fabricados en China. Esto pone de manifiesto la creciente presencia de estos vehículos en el mercado mexicano.
A pesar de las intenciones del gobierno de Claudia Sheinbaum de fortalecer lo “Hecho en México”, algunos analistas advierten que esta política podría no garantizar reducciones de precios por parte de los distribuidores tradicionales, quienes podrían seguir beneficiándose de márgenes de utilidad más amplios en comparación con los precios que ofrecen las marcas chinas.
De cara al futuro, es vital monitorear la evolución de este encadenado de decisiones, ya que las repercusiones de estas políticas podrían marcar no solo el rumbo del sector automotriz en México, sino también la experiencia de los consumidores en cuanto a precios y disponibilidad de vehículos en el mercado nacional.
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