El 2 de abril, el presidente Donald Trump determinó un arancel base del 10% a todas las importaciones que ingresan a Estados Unidos, además de implementar recargos que oscilan entre el 10% y el 104% para 57 países con los que el país norteamericano presenta un déficit comercial. En un giro inesperado, el 9 de abril se anunció una tregua de 90 días, dando a los países afectados un respiro para negociar posibles acuerdos que pudieran mitigar o eliminar estos aranceles.
El plazo de esta tregua se acerca a su fin. Sin embargo, el secretario del Tesoro, Bessent, y el secretario de Comercio, Lutnick, aclararon que la verdadera fecha clave se establece para el 1 de agosto, cuando comenzarán a despachar notificaciones oficiales sobre nuevos aranceles: un 10% para los “socios amistosos” y hasta un 70% para los demás.
Este aplazamiento puede estar motivado por razones legales, ya que el 31 de julio una corte federal de apelaciones podría anular los aranceles, tras haber sido declarados ilegales por un tribunal de comercio en mayo. Además, el retraso podría estar relacionado con el hecho de que Trump no ha cumplido las promesas comunicadas; en abril, había garantizado que firmaría 90 acuerdos en 90 días. A medida que el tiempo pasó, sus promesas se ajustaron a un rango de entre 50 y 70, y luego, en una entrevista, mencionó que ya tenía asegurados “200 tratados”. Sin embargo, hasta la fecha solo se han concretado tres: uno con Reino Unido, otro con Vietnam y un acuerdo temporal con China. Otros países han manifestado su intención de negociar, pero sin plazos ni términos claros.
La situación se complica aún más, dado que Trump también ha emitido advertencias sobre la posibilidad de imponer un arancel adicional del 10% a cualquier país que se alinee con las “políticas antiestadounidenses del BRICS”, que incluye a Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, entre otros. Aunque México no es parte del grupo, su participación en la reciente cumbre en Brasil podría malinterpretarse en el contexto de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos.
Adicionalmente, Trump ha enviado cartas a los gobernantes de 17 países instándolos a alcanzar un acuerdo, el cual debe ser concretado antes del 1 de agosto para evitar que se instauren los nuevos gravámenes. Entre los países afectados, se destacan Japón, Corea del Sur, Malasia y Kazajistán, a quienes se les impondrá un arancel del 25%; Sudáfrica del 30%; y un 40% a Laos y Myanmar. Además, se ha anunciado un arancel del 25% para la Unión Europea.
Las proyecciones del FMI y del Banco Mundial sugieren que estas medidas podrían causar una caída del 1% en el PIB de Estados Unidos durante 2025-2026 y elevar la inflación entre uno y dos puntos porcentuales. A nivel global, se prevé una desaceleración del comercio entre el 1 y el 2%, afectando de manera significativa a los países en desarrollo que dependen del mercado estadounidense.
México, por su parte, ha quedado relativamente protegido de los aranceles recíprocos gracias al T-MEC, aunque no está completamente exento. Este país ya enfrenta un 10% base, más un 25% adicional por reglas de origen, un 25% extra por fentanilo, y un 25% también por acero y aluminio. La posibilidad de un 1% adicional si Trump lo alineara con el BRICS añade una capa más de vulnerabilidad. Estos aranceles ya están teniendo efectos visiblemente negativos, ya que se ha registrado una caída del 6.3% en las exportaciones de automóviles a Estados Unidos entre enero y mayo.
Hasta el momento, la presidenta Claudia Sheinbaum ha mantenido una postura calmada frente a los asedios de Trump. Sin embargo, crece la incertidumbre sobre cuánto tiempo más podrá sostener esta actitud ante un líder que ya ha demostrado ser impredecible y que, de manera evidente, busca perjudicar a México.
La información presentada corresponde a la fecha de publicación original (2025-07-08 00:08:00).
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