El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, expresó públicamente su descontento con los recientes bombardeos rusos sobre Kiev, una postura poco habitual en lo que va de su segundo mandato. A través de su red Truth Social, el mandatario republicano exigió al presidente ruso, Vladímir Putin, que detenga los ataques, calificándolos de “innecesarios” y ocurridos en “un mal momento”. En su publicación, Trump afirmó además que mueren 5.000 soldados por semana y urgió a alcanzar un acuerdo de paz.
La condena de Trump se produjo tras un ataque masivo con misiles y drones que golpeó varios distritos de la capital ucraniana el jueves 24 de abril, considerado uno de los más severos en los últimos meses. Fuentes ucranianas reportaron al menos nueve personas muertas y más de setenta heridas, además de la destrucción de edificios residenciales y comercios. Por su parte, el Ministerio de Defensa ruso negó haber atacado infraestructura civil, en línea con sus declaraciones habituales.
La postura de Trump sorprendió a varios observadores, ya que desde su regreso a la Casa Blanca en enero había mantenido una línea mucho más crítica hacia el gobierno ucraniano que hacia Moscú. Durante semanas, el presidente estadounidense ha acusado a Volodímir Zelenski de dificultar las negociaciones de paz, en particular por su negativa a reconocer la soberanía rusa sobre la península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014.
Medios estadounidenses han informado que el reconocimiento de Crimea como parte de Rusia figura entre las condiciones sugeridas por la Casa Blanca dentro de una propuesta de plan de paz que busca terminar con el conflicto. La presión de Trump sobre Kiev ha sido constante, mientras que sus llamados públicos a Putin han sido escasos hasta ahora.
Este cambio de tono podría estar motivado por la creciente presión internacional y las consecuencias humanitarias del conflicto, o por un intento del mandatario de mostrar una postura más equilibrada en un momento en que su política exterior es objeto de escrutinio. Sin embargo, la reacción ante este último ataque también deja en evidencia las tensiones internas en la estrategia de la administración Trump frente a la guerra en Ucrania.
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