Se enciende la pantalla del ordenador y aparece en las islas Feroe Ulrich Thomsen (Ordese, 57 años), uno de los grandes intérpretes del cine europeo, actor danés de títulos como Celebración, Luces parpadeantes, P.O.V., Hermanos, En un mundo mejor o La comuna y, en su paso por Hollywood, El mundo nunca es suficiente, El peso del agua, El protector o El reino de los cielos. Lleva una barba poblada, melena peinada hacia atrás y gafas de culo de vaso. Los dos primeros detalles guardan relación con su rodaje actual, la serie Trom. “Las Feroe son ahora un paraíso. Increíble, 100% libre de covid, un lujo. Todo abierto, como en los viejos buenos tiempos”, advierte feliz. “Ni mascarillas”. Al menos así estaba el pasado lunes por la tarde, cuando Thomsen se sentó a charlar sobre The Good Traitor, en la que, desde luego, se muestra con afeitado apurado y peinado con gomina.
Porque en The Good Traitor, que se estrena hoy en España, encarna a un personaje poliédrico, fascinante en su complejidad: el diplomático danés Henrik Kauffmann. Tras un recorrido por Asia —donde hasta robó armas y fue espía—, Kauffmann fue tan habilidoso a la hora de lograr contactos como amante de la vida de lujos que mitifican el día a día en las embajadas (langosta, champán, martinis…) y acabó encabezando la legación danesa en Washington. Casado con la hija de un almirante estadounidense, tenía acceso directo a Franklin Delano Roosevelt. Y empezando por el Gobierno danés y el rey, todos se postraron ante Hitler. Menos Kauffmann, que en Washington decidió declararse independiente y encabezar una Dinamarca libre y democrática. “¿Era un patriota? ¿Un oportunista? Tal vez todo, pero es cierto que si hubiera vuelto a su país, como reclamaba su ministro, le habrían ejecutado”, explica Thomsen.
Por eso le pidió a Roosevelt que reconociera ese nuevo estatus, que además le serviría para tener acceso directo a la reserva de oro de Dinamarca, que se almacenaba en Nueva York (cerrado el grifo económico desde Copenhague, necesitaba ingresos urgentes). Roosevelt fue reticente ante las peticiones del diplomático, hasta que los mismos Estados Unidos entraron en guerra. “Entonces necesitó una base en la que repostaran sus aviones y Kauffman cedió la base de Groenlandia, en un acuerdo en el que a sabiendas regala para la eternidad ese terreno a EE UU”, recuerda su intérprete. “Como le echa en cara su esposa, Kauffmann significa comerciante en alemán. Así pudo seguir con su vida de lujo y a la vez su lucha por la libertad”. Sin olvidar su agitada vida sentimental: engañaba a su esposa con su cuñada, lo cual provocó un obvio conflicto entre las hermanas. “No quisiera desvelarla, pero hasta su muerte es fascinante”.