La realidad política y social en España hoy presenta una compleja dicotomía en la que lo que puede parecer “normal” para unos, resulta un auténtico caos para otros. Este fenómeno se encapsula en la famosa frase que indica que “lo que es normal para la araña supone el caos para la mosca”. Así se podría describir la actual situación entre la ciudadanía y los partidos políticos, donde situaciones que para ciertos grupos parecen habituales, para otros son motivo de crisis.
El concepto de “nueva normalidad”, que se popularizó tras la crisis financiera de 2008, ha adquirido un nuevo significado en el contexto de la pandemia. En noviembre de 2020, el Gobierno español presentó un plan de desescalada y transición que trataba de normalizar un retorno a actividades cotidianas en función de varios parámetros sanitarios y sociales. Esta situación representó un esfuerzo conjunto de la sociedad para adaptarse y reconfigurar sus hábitos, llevando a una autorregulación que, aunque necesaria, ha dejado cicatrices visibles en la estructura social y económica.
En esta nueva normalidad, los partidos políticos han comenzado a actuar como arañas que tejen redes de colaboración y sinergias para alcanzar objetivos comunes. Sin embargo, la cooperación entre los dos partidos mayoritarios, PSOE y PP, se complica, lo que genera un entorno de desconfianza y, en ocasiones, conflicto. Esto lleva a la creación de estrategias que a menudo priorizan intereses específicos sobre el bienestar colectivo.
Uno de los temas más apremiantes en este contexto es el estado de la sanidad pública española, que se presenta como una “mala salud de hierro”. A pesar de ser reconocida internacionalmente por su calidad y eficiencia, la realidad muestra largas listas de espera, escasez de personal y una creciente desconfianza de la ciudadanía en su capacidad para manejar situaciones críticas. La complejidad de abordar un sistema sanitario que enfrenta el desafío de una población envejecida plantea interrogantes sobre la manera de mejorar realmente los servicios ofrecidos.
En el plano económico, también se observan inquietantes tendencias. La pobreza y la exclusión social afectarán en 2024 a alrededor del 25.8% de la población, aproximadamente 13 millones de personas, lo que incluye un alarmante aumento de la pobreza infantil, que alcanzará el 34.7% entre menores de 16 años. Para las personas mayores de 65, el trastorno es igualmente notable, con un 18.3% enfrentando dificultades económicas.
A pesar de estas preocupaciones, la economía española se espera que experimente un crecimiento del PIB de entre el 2.5% y el 3.2% en los próximos años, a pesar de las críticas sobre la estagnación en el crecimiento de los salarios reales. Este contraste pone de manifiesto la complejidad de la situación socioeconómica, en la que se alternan mejoras macroeconómicas con realidades sociales críticas.
En resumen, la “nueva normalidad” plantea retos que no solo son políticos sino profundamente humanos, en donde la responsabilidad se reparte entre aquellos que gestionan el país y la ciudadanía que espera respuestas efectivas y duraderas a sus demandas y necesidades.
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