Una consulta realizada en los municipios hidalguenses de Tula, Atitalaquia y Tlaxcoapan el pasado domingo ha revelado un desinterés significativo por parte de la ciudadanía respecto a la construcción del Parque Ecológico y de Reciclaje en la región. La pregunta planteada fue clara: “Toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar. ¿Está usted de acuerdo en que se construya el Parque Ecológico y de Reciclaje en Hidalgo para ampliar las áreas verdes, reducir los tiraderos de basura y recibir la contaminación que genera?” Con una participación que no alcanzó el 9% de la lista nominal, el resultado mostró una negativa mayoritaria, con 7,736 votos en contra (63.10%) frente a 4,334 a favor (35.35%).
La presidenta del país, Claudia Sheinbaum, se comprometió a respetar la opinión de la ciudadanía, indicando que buscarán otro lugar para desarrollar el proyecto, tras la contundente respuesta desfavorable en la consulta. De un total de 12,259 votos emitidos de 139,831 registrados, también se contabilizaron 189 votos nulos, lo que representa un 1.54%.
A pesar de que los municipios de Atitalaquia y Tlaxcoapan se expresaron mayoritariamente en contra, Tula de Allende mostró un apoyo significativo por el “sí”. Este contraste sugiere que cada comunidad está evaluando las circunstancias locales de forma distinta. Los responsables del gobierno habían enmarcado el proyecto como una “justicia ambiental” necesario tras años de contaminación en la región, golpeada por el legado de un desarrollo industrial irresponsable.
La propuesta contemplaba la creación de áreas verdes, viveros, un humedal, centros de capacitación y programas de educación ambiental en una zona conocida como “infierno ambiental” debido a su elevada industrialización, que incluye instalaciones como la refinería Miguel Hidalgo y diversas cementeras. Sin embargo, la falta de confianza en las promesas del gobierno se hizo evidente, resaltando un sentimiento de abandono entre los opositores, quienes argumentan que el proyecto solo añadiría más problemas a una región ya afectada por enfermedades graves.
Las voces a favor del proyecto abogan por los beneficios a largo plazo que podría brindar un parque ecológico y una planta de reciclaje, subrayando la importancia de contar con una planificación adecuada. En contraste, los opositores como Greenpeace han señalado que la consulta fue apresurada y simplista, limitando el debate a un “sí” o “no” que no toma en cuenta la complejidad de la situación ambiental en la región.
Especialistas en procesos participativos también critican la forma en que se llevó a cabo esta consulta, sugiriendo que las preguntas planteadas no reflejan las realidades complejas que enfrentan estas comunidades. La necesidad de un diálogo más profundo y matizado se convierte en un imperativo si se desea avanzar hacia soluciones efectivas para los problemas ambientales críticos que persisten.
La consulta no solo ha evidenciado la polarización de la población, sino también un llamado a la reflexión sobre la participación ciudadana y su papel en la toma de decisiones que impactan a comunidades enteras. Con la falta de una mayoría clara y un bajo nivel de participación, queda la incógnita de cómo se abordará el futuro medioambiental de esta región.
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