Venden inodoro de oro por 12.1 millones

En una subasta histórica celebrada el martes en Nueva York, un retrato del célebre pintor Gustav Klimt alcanzó la impresionante cifra de 236 millones de dólares, marcando un nuevo récord para el arte moderno y subrayando el insaciable interés por las obras de los grandes maestros. La obra, titulada Retrato de Elisabeth Lederer, estuvo en competencia durante 20 minutos entre pujadores determinados, culminando en un precio que eclipsa cualquier venta anterior en Sotheby’s a nivel mundial. Este retrato, que representa a la joven hija de uno de los clientes de Klimt, se ha mantenido intacto desde la Segunda Guerra Mundial, salvándose de las llamas que consumieron muchas otras obras del maestro austríaco.

En un giro fascinante en la misma noche, una obra del provocador artista italiano Maurizio Cattelan, un retrete completamente funcional hecho de 101 kilogramos de oro de 18 quilates, se vendió por 12.1 millones de dólares. La pieza, conocida como America, se presenta como una sátira de la ultrarriqueza y un comentario mordaz sobre la intersección entre el arte y el valor monetario. Cattelan, reconocido por su estilo provocador, ha hecho hincapié en que no importa si uno se deleita con una comida costosa o se decide por un simple hot dog; todos terminan en el mismo lugar, aludiendo a la naturaleza igualitaria del retrete.

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Este retrete, que anteriormente pertenecía a un coleccionista anónimo, fue uno de los dos creados por Cattelan en 2016. El otro se mostró en el Museo Guggenheim de Nueva York y fue ofrecido, curiosamente, al entonces presidente Donald Trump. Sin embargo, esta pieza fue robada mientras estaba en exhibición en el Palacio de Blenheim, la histórica mansión donde nació Winston Churchill. Aunque dos hombres fueron condenados por este curioso robo, el paradero del retrete sigue siendo un misterio, con su posible destino como metal fundido.

La obra de Cattelan fue considerada por Sotheby’s como un “comentario incisivo” que atrajo la atención de coleccionistas y críticos por igual. Se exhibió en la casa de subastas durante las semanas previas, generando un anticipado frenesí antes de la celebración de la subasta. Esta dualidad, entre el arte clásico de Klimt y la provocación contemporánea de Cattelan, no solo resalta la diversidad en el mundo del arte, sino que también plantea preguntas profundas sobre el significado del valor en la cultura moderna.

Ambas ventas ocurren en un contexto de creciente interés por el arte como una forma de inversión, donde los precios de las obras excepcionales continúan alcanzando cifras astronómicas. La pasión de los coleccionistas queda claramente evidenciada en estos resultados, que no solo retraen la historia del arte, sino que también la reconfiguran constantemente en un entorno comercial cada vez más complejo.

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