Empleados públicos, amas de casa y jubilados, entre otros, forman una larga fila en una plaza de Caracas, como respuesta al llamado del presidente Nicolás Maduro para enlistarse en las fuerzas militares de Venezuela, una medida que se considera ante una posible invasión estadounidense. Este registro, abierto durante varios fines de semana, se enmarca en una grabada tensión geopolítica que ha llevado a muchos a una movilización inesperada.
La Milicia Bolivariana, a la que se integran civiles y que algunos críticos señalan como excesivamente ideologizada, ha establecido centros de registro en diversas ubicaciones, incluyendo el emblemático palacio presidencial de Miraflores. Un sitio icónico en esta movilización es el Cuartel de la Montaña, que alberga los restos del exlíder socialista Hugo Chávez, un símbolo poderoso del chavismo y de la resistencia.
La presencia de grandes buques de guerra estadounidenses en aguas internacionales, que el Pentágono justifica diciendo que se trata de operaciones contra el narcotráfico, intensifica aún más el clima de alerta en el país. Maduro ha calificado estos despliegues como una “amenaza” y ha solicitado a la población que se prepare ante cualquier eventualidad. La respuesta no se ha hecho esperar; muchísimos ciudadanos, llenos de fervor, se han acercado para alistarse, proclamando su lealtad a la patria y su disposición para defenderla.
Los números sobre la fuerza militar en Venezuela son reveladores: en 2020, el país contaba con aproximadamente 343.000 efectivos, un número que coloca a su ejército en el tercero más grande de América Latina. Sin embargo, Maduro sostiene que la Milicia está compuesta por más de 4,5 millones de soldados.
Una vez completado el registro, los voluntarios son llevados a una sala donde se proyecta un documental sobre un hecho histórico que resuena con la narrativa actual: el bloqueo de naciones europeas a Venezuela a principios del siglo XX. Este tipo de actividades no solo busca generar un sentido de historia compartida, sino también de unidad y resistencia.
Entre los que se alistan, se encuentran ciudadanos de todas las edades. Un hombre de 66 años y una mujer de 51 expresan su compromiso de defender su país, mientras otros jóvenes, como un adolescente de 19, manifiestan su deseo de entrenar para proteger la nación. Ante la posible intervención extranjera, la población se siente más motivada que nunca a actuar, aunque algunos se muestran escépticos y las autoridades advierten contra el nerviosismo.
La tensión está intrínsecamente ligada a la dinámica política de la región. Estados Unidos ha incrementado las recompensas por la captura de Maduro, acusándolo de liderar una organización criminal vinculada al narcotráfico. Este marco de presión internacional ha llevado al gobierno venezolano a intensificar su discurso y acciones en defensa de la soberanía nacional.
La oposición política, por su parte, ha instado a la población a no participar en el alistamiento, señalando que esta movilización fue creada con fines propagandísticos. Sin embargo, la determinación de muchos habitantes de Caracas es palpable, haciendo eco de un sentimiento de unidad y resistencia frente a lo que consideran una inminente amenaza.
A medida que se desarrollan los acontecimientos en Venezuela, la situación continúa siendo un tema candente en las conversaciones cotidianas, donde se entrelazan preocupaciones y esperanzas. Este contexto refleja cómo en tiempos de crisis, la movilización y el apoyo ciudadano a las instituciones militares pueden tomar proporciones inesperadas en el ámbito social y político.
Esta información es actual hasta la fecha de publicación original, 2025-08-23 17:53:00, y refleja la situación política y social de Venezuela en ese momento.
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