Max Verstappen ha expresado su descontento hacia la FIA tras la reciente controversia en el Gran Premio de Bélgica, donde las condiciones climáticas actuaron como un obstáculo significativo para el inicio de la carrera. En una serie de declaraciones contundentes, el piloto de Red Bull cuestionó la gestión de la lluvia por parte de la organización, afirmando que “o corremos en mojado, o dejamos de correr en lluvia”, subrayando así su frustración ante la falta de acción durante la demora.
La lluvia no solo afectó la visibilidad, sino que también generó una serie de decisiones que, según Verstappen, resultaron en retrasos innecesarios. “Si no ves, levanta”, destacó, criticando la ineficacia en la toma de decisiones en situaciones donde la visibilidad es crítica. Estas declaraciones han resonado en la comunidad del automovilismo, planteando la pregunta sobre la disposición de la FIA para manejar correctamente estas situaciones en el futuro.
En diferentes ocasiones, el piloto ha requerido que se realicen carreras bajo condiciones húmedas, sugiriendo que los conductores deben estar preparados para enfrentar y adaptarse a retos como la lluvia, en lugar de detener la competencia. Sus críticas se intensificaron al evaluar la bandera roja, que, en su opinión, es “una tontería” en escenarios donde sería posible dar vueltas.
Verstappen se ha convertido en un portavoz de sus colegas en la parrilla, quienes comparten inquietudes sobre la seguridad y la gestión de carrera en condiciones adversas. La reacción del piloto ha captado atención entre los aficionados y expertos del deporte, quienes siguen de cerca la relación entre los competidores y la FIA, especialmente ante decisiones que impactan la estrategia y la seguridad en las competencias.
Con la fecha del Gran Premio original fijada para el 28 de julio de 2025, el debate sobre cómo afrontar carreras en condiciones climáticas desfavorables sigue siendo relevante, recordando la importancia de contar con un protocolo claro que priorice tanto la seguridad como la emoción de las carreras. La situación presenta una oportunidad para que la FIA reevalúe sus procedimientos, garantizando que la Fórmula 1 continúe ofreciendo espectáculos emocionantes sin comprometer la integridad de sus competencias.
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