La partida de mi amigo Juan Salgado Brito, les guste o no es un vacío estratégico para Morelos, no es solamente la pérdida de una figura pública: es la desaparición de un eje de experiencia política y de gestión cuya ausencia dejará efectos inmediatos y de mediano plazo en la gobernabilidad de Morelos. Salgado Brito falleció a los 77 años; se desempeñaba como secretario de Gobierno del estado desde el inicio de la administración de Margarita González Saravia.
El Secretario de Gobierno es un puesto clave para la coordinación política, las relaciones con municipios y el enlace con el gobierno federal y las fuerzas de seguridad.
El ahora ocsizo tenia más de cinco décadas en la política estatal y nacional — alcalde, diputado federal y local, cargos en la administración pública y actor en la construcción de coaliciones locales.
Salgado Brito acumuló a lo largo de su vida, contactos en municipios, dependencias federales y actores sociales. Esa “memoria” facilita acuerdos rápidos y evita fricciones burocráticas que, sin ella, tienden a enquistarse. Para Morelos, donde la negociación constante entre municipios y el estado es rutina, la pérdida de quien “sabe con quién hablar y cómo” ralentiza respuestas políticas.
En el esquema estatal, el secretario de Gobierno es contraparte del titular de seguridad en ruedas y estrategias públicas; en Morelos Salgado Brito co-conducía conferencias y seguimientos con el secretario de Seguridad, Miguel Urrutia —función operativa y simbólica que ahora queda debilitada justamente en un contexto de retos en seguridad pública.
Perder a una figura brillante y veterana pocas semanas o meses después de arrancada una administración obliga a la gobernadora a reconfigurar su gabinete y mensajes. Eso consume capital político, tiempo y concentración mientras hay agendas urgentes —economía, seguridad, servicios— que no esperan.
Esta mala noticia crea un vacío operativo: trámites, acuerdos y mesas de negociación pueden quedar temporalmente a medias; urgirá nombrar a un encargado interino para evitar pérdida de continuidad. Una mayor exposición de la gobernadora: la sustitución que recae en la titular del Ejecutivo sera fundamental ya que la elección del perfil será leída como una señal de prioridades (mano dura, conciliación, tecnocracia, o equilibrio político). Amen de que las facciones políticas o aspirantes internos pueden acelerar movimientos para ocupar el hueco, lo que puede abrir fricciones internas si no hay transparencia o criterios claros.
Se debe de tomar en cuenta que Salgado Brito combinaba tres elementos raros en conjunto; conocimiento histórico de la política morelense, ; contaba con redes federales y locales consolidadas, y una legitimidad acumulada por décadas de servicio público. Perfiles técnicos jóvenes pueden igualar capacidades administrativas, pero no reemplazan de inmediato la credibilidad y los vínculos personales que facilitan pactos en caliente. Además, su figura funcionaba como amortiguador entre intereses contrapuestos (municipios, grupos empresariales, sectores sociales).
De ahí la dificil tarea de sustituirlo ya que quien sea designado debera de contar con
experiencia política y conocimiento local: no basta ser buen administrador; necesita entender la geografía política de Morelos (municipios, liderazgos locales, comités).
Tener redes y acceso federal: capacidad para interlocutar de forma creíble con dependencias federales y legisladores para gestionar recursos y acuerdos.
Una alta capacidad de negociación y calma en crisis porbadaasí como diestro en pactos discretos y en mediar conflictos entre sectores; que inspire confianza de actores diversos.
Contar con autoridad institucional y credibilidad pública: presencia para representar al gobierno en escenarios sensibles como seguridad, protestas, crisis administrativas, y desde luego habilidad comunicacional, transparencia cuando toca y discreción cuando conviene; que pueda explicar estrategias sin inflamar la opinión pública.
Ademas de un rigor administrativo real para ordenar procesos internos, documentación y continuidad de políticas para que no dependan de la “figura” sino de instituciones.
Como podemos darnos cuenta se puede nombrar a cualquiera por que es facultad del ejecutivo pero que necesita hacer para que los problemas no crfescan; Nombrar de inmediato un encargado con mandato claro y comunicación transparente sobre plazos y criterios de nombramiento, tratar de Priorizar la continuidad en mesas estratégicas y publicar un plan de transición de 30 días para evitar vacíos. De la misma forma de mantener diálogo con actores claves (municipios, sector empresarial, organizaciones sociales) para que confíen en la normalidad institucional.
La cosa no esta sencilla, la muerte de Juan Salgado Brito es un recordatorio de que la gobernabilidad depende tanto de instituciones sólidas como de personas con experiencia que las conecten. Morelos pierde hoy a un gestor con historia; la tarea del Estado es convertir ese vacío en oportunidad: institucionalizar procesos, profesionalizar la secretaría y escoger a un sucesor que, además de reunir competencias técnicas, tenga la legitimidad y la calma para construir puentes donde ahora hay ausencia. La cosa no esta sencilla los pro y contras de los que se mencionan, lo hacen mas dificil. Por lo pronto amigo, vuela alto, descansa que ya te lo mereces has dejado un gran legado te vamos a extrañar, y mas pronto que tarde te alcanzaremos es de todos el camino.descanza en paz. ¿No cree usted?



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