El gobierno estadounidense, bajo la administración del presidente Donald Trump, ha incrementado notablemente la recompensa por información que lleve al arresto del presidente venezolano Nicolás Maduro, pasando de 25 a 50 millones de dólares. Este aumento se produce en un contexto en el que Washington ha acusado a Maduro de colaborar con organizaciones de narcotráfico, tildándolo de ser “uno de los narcotraficantes más grandes del mundo” y de representar una grave amenaza para la seguridad nacional de EE. UU.
La fiscal general Pam Bondi realizó esta acusación en un video compartido en la red social X, destacando la naturaleza violenta del régimen de Maduro. Bondi subrayó que el gobierno venezolano utilizaba organizaciones criminales como el Tren de Aragua y el cártel de Sinaloa para introducir drogas, especialmente cocaína mezclada con fentanilo, en Estados Unidos. Según declaraciones, la Agencia Antidrogas de EE. UU. (DEA) ha incautado hasta la fecha 30 toneladas de cocaína relacionadas con Maduro y sus cómplices, de las cuales cerca de siete toneladas son atribuibles directamente al presidente venezolano.
Bondi también hizo referencia al confiscamiento de más de 700 millones de dólares en activos vinculados a Maduro, que incluyen aviones privados y vehículos, enfatizando así la magnitud de las operaciones ilícitas que se le imputan. Su mensaje fue claro: bajo la dirección de Trump, Maduro no eludirá la justicia y tendrá que rendir cuentas por sus crímenes.
A pesar de estas acusaciones, el gobierno venezolano ha respondido de manera contundente. Yván Gil, canciller de Venezuela, descalificó la recompensa como una “cortina de humo ridícula”, afirmando que se trata de una estrategia para desviar la atención de las problemáticas internas de EE. UU. y que la dignidad de su país no está en venta.
Es relevante mencionar que tanto la administración actual como la del expresidente Joe Biden han reconocido a Edmundo González Urrutia como el “presidente legítimo” de Venezuela, enfatizando el contexto de crisis política que se vive en el país. A pesar de las tensiones, EE. UU. ha continuado apuntando hacia un diálogo, como lo demuestra el reciente intercambio que derivó en la liberación de diez ciudadanos estadounidenses detenidos en Venezuela con la mediación de El Salvador.
La situación entre ambos países sigue siendo tensa y compleja, marcada por acusaciones mutuas y una creciente fricción diplomática que destaca las dificultades en las relaciones internacionales contemporáneas.
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