Invitado por la organización, al joven Jack Draper, 19 años, le duró la ilusión lo que le costó a Novak Djokovic calibrar los apoyos y el toque de la bola. El inglés le birló un set al gran señalado en este Wimbledon, pero el número uno reaccionó de inmediato y en cuanto ajustó y dejó de resbalar, bazuca en mano, ofreció lo mejor de su repertorio y desniveló el estreno a su favor: 4-6, 6-1, 6-2 y 6-2, tras dos horas.
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Pese al lapsus, Nole (34 años) se rehízo con una respuesta jerárquica y cuando Draper voleó al aire para intentar devolver un globo y concedió ese break en la segunda manga, desafortunada concesión, el duelo cambió drásticamente de dirección. A partir de ahí, Djokovic ajustó la mirilla –de los nueve errores iniciales redujo a 4, 6 y 5 en las tres mangas siguientes– y se sobrepuso con un recital de buen tenis y servicio, apartado en el que ha progresado especialmente este año.
Según la estadística recogida por Wimbledon, el balcánico cerró con 25 aces, lo que supone el segundo mejor registro de saques directos en su carrera; únicamente logró más (26) este año en Australia, contra Frances Tiafoe. “En ese sentido, ha sido una de mis mejores actuaciones”, subrayó. “La hierba es la superficie más rápida y conseguir esos puntos gratis ayuda mucho”, prorrogó sin saber aún que chocaría con Kevin Anderson, al que batió en la final de 2018.
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Acto seguido irrumpió en la Centre Court el griego Stefanos Tsitsipas, que hace dos semanas acariciaba el título de Roland Garros, dos sets arriba contra Nole, y aún no ha superado el vuelco que le dio ese día el serbio. Decaído y sin rodaje –aterrizó en Londres sin un solo partido preparatorio en las piernas–, se encontró de golpe con un rival que venía a tono y le derribó a la primera, tras haberle negado las seis opciones de break que dispuso: celebra Tiafoe. 6-4, 6-4 y 6-3.
“La transición a la hierba probablemente sea el mayor desafío en nuestro deporte”, lamentó el ateniense, cuya afirmación encuentra el respaldo de los datos: en dos de las tres visitas previas al club londinense, cayó en la primera ronda; la excepción fue 2018, cuando logró avanzar hasta los octavos. “Tal vez podría haber jugado la semana previa al torneo”, apostilló. “No tuve el mismo espíritu de lucha que siempre”, se reprochó Tsitsipas en un día en el que el programa fue torpedeado por la lluvia.