Han pasado ya veinte años desde la terrible serie de atentados que sacudieron Marruecos y conmocionaron al mundo entero. En aquel fatídico 17 de mayo de 2003, varios terroristas suicidas llevaron a cabo una serie de ataques en Casablanca que dejaron un saldo de 45 muertos y más de 100 heridos. La ciudad, que entonces contaba con una población cercana a los 3 millones de habitantes, quedó en shock tras este acontecimiento y la noticia se extendió rápidamente a nivel internacional.
La respuesta marroquí a estos ataques fue contundente, y el rey Mohamed VI ordenó una ofensiva sin precedentes contra los grupos islamistas que operaban en el país. El objetivo era claro: erradicar cualquier intento de yihadismo que pudiera amenazar la estabilidad y la seguridad de Marruecos. La estrategia incluyó el arresto de decenas de sospechosos, el desmantelamiento de células yihadistas, así como la implementación de nuevas medidas de seguridad y el fortalecimiento de la cooperación internacional en la lucha contra el terrorismo.
En los años siguientes, Marruecos se convirtió en un líder en la lucha contra el yihadismo en la región del Magreb. La eficacia de su estrategia se vio recompensada, ya que el país no ha vuelto a sufrir ningún atentado de la gravedad de los que tuvo lugar hace dos décadas. Sin embargo, la amenaza del terrorismo islámico sigue presente a nivel global y es necesario mantener las medidas de seguridad y la cooperación internacional.
Además de la impactante cifra de víctimas mortales, uno de los aspectos más preocupantes de aquellos atentados fue la juventud de los terroristas. La mayoría de ellos tenían menos de 25 años y eran de origen humilde, por lo que el mensaje de los movimientos yihadistas parece seguir calando entre los sectores más vulnerables de la sociedad. En este sentido, el gobierno marroquí ha puesto en marcha diversas iniciativas para fomentar la educación y la formación de los jóvenes, y evitar que puedan caer en manos de grupos radicalizados.
Veinte años después de aquellos terribles acontecimientos, Marruecos mira al futuro con la esperanza de que el yihadismo sea un mal superado en el país y en el mundo entero. La estrategia preventiva y de coordinación internacional, junto con el compromiso de la sociedad civil, han sido claves para conseguir este logro. Pero la realidad es que la amenaza sigue existiendo y es necesario no bajar la guardia para evitar que vuelva a repetirse una tragedia como la que ocurrió en 2003.
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