Por Teodoro Lavín León
Ahora resulta que la decisión de nombrar a un nuevo Presidente del Tribunal Superior de Justicia no la acatará ninguno de los actuales magistrados que se dicen presidentes; por su parte, Luis Jorge Gamboa Olea señala que la Reforma Judicial aprobada por los diputados del Congreso Estatal vulnera la independencia del Poder Judicial.
La verdad, es de cuento lo que vemos en Morelos y el señor no ha podido tener la mayoría entre sus compañeros magistrados, y quiere seguir en su cargo cuando lo primero para que un organismo funcione es tener la mayoría de los miembros a favor de las acciones que pretenda la presidencia; su sed de poder político y económico lo hace quedar muy mal, ya se ha servido del poder y no pudo, que deje pues que alguien más lo dirija por el bien de Morelos. Y, desde luego, no podrá el otro que se auto presenta como magistrado presidente.
Y si a esto le agregamos que la reforma aprobada por los diputados al parecer no prevé un cambio significativo a corto plazo, pues estamos en el peor de los escenarios.
Por su parte, Roberto Salinas, Director del Centro de Investigación “Morelos Rinde Cuentas”, fue claro cuando nos subraya que la institución no está cumpliendo con su labor, por lo que advirtió sobre las graves consecuencias de esta situación para la ciudadanía, siendo enfático al señalar que los magistrados y magistradas del tribunal carecen de profesionalismo y de una verdadera preocupación por los intereses de la población. “No tienen vergüenza ni profesionalismo; no les interesa la ciudadanía”, dijo, al tiempo de apuntar que lo ideal sería la renuncia de todos los magistrados para dar paso a una nueva estructura del Poder Judicial en la entidad. También calificó a la reforma al Poder Judicial en Morelos de opaca y llevada a cabo de manera privada entre políticos, sin consulta ni debate con la sociedad. “Se hizo como siempre, entre políticos, sin ninguna participación ciudadana, por lo que no sabemos todo lo que votaron ni lo que implicará esta modificación”, recalcó.
Y en eso tiene razón, ya que, cuando fue el nombramiento de los últimos magistrados, en la sociedad civil organizada buscamos la manera de que se tomara una serie de factores para los candidatos a magistrados; hablamos e invitamos a especialistas de todo el país tuvimos; varias sesiones en las que invitamos a los diputados de la pasada legislatura y, salvo honrosas excepciones, nos acompañaron y muchas veces de carrera, pero se hizo un esfuerzo ya que habiamos firmado publicamente un acuerdo diputados y las diferentes cámaras y grupos de la sociedad civil organizada.
La sociedad civil organizada sólo les dimos las mejores herramientas para escoger a los mejores candidatos, con la visita de abogados con amplia experiencia que expusieron cuáles serían los mejores parámetros para designar a los nuevos magistrados -lo que se pasaron por el arco del triunfo- y, según fuentes bastante confiables, se repartieron cargos cada uno sin tomar en cuenta conocimiento, y aún menos experiencia, lo que provocó que se hablara de la compra de algunas magistraturas por varios millones de pesos; y desde luego que era lógico, al poner a quienes jamás en su vida habían visto una demanda y sabían poco o nada de leyes. Todo esto es gravísimo, porque si de inicio existe corrupción en las designaciones, ¿qué nos esperamos de su desempeño? Hay cosas que nadie entiende, como el caso del “Lobito”, que después de haber robado como robó en Cuernavaca está tranquilo en su casa. Hay quien señala en ”radio pasillo” que recibió varios “melones” quien firmó su liberación.
Así las cosas, démonos cuenta de la gravedad del asunto, si son esos lo que nos van a juzgar a los ciudadanos en caso de un problema, todos estaremos expuestos a ello.
Lástima de tanto discurso y nada de realidad, ahora con las elecciones del Poder Judicial nadie entiende nada, ni cómo se va a votar, pero lo peor de todo es que quizá los votos se van a contar en lo obscurito y no por los funcionarios de casilla insaculados como en otras elecciones; o sea que cada vez “perfeccionamos” las prácticas supuestamente democráticas en contra de eso a lo que se le llama democracia de verdad. ¿No cree usted?
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