Una estructura peculiar se alza entre los edificios costeros de Mazatlán, Sinaloa, concretamente en la Avenida del Mar. Su aspecto recuerda a una caverna, lo que la hace resaltar del entorno.
Durante los años 80 y principios de los 90, este edificio de tono marrón se convirtió en el epicentro de espectáculos exclusivos, con invitados especiales y la sorprendente presencia de animales exóticos. Hablamos del célebre Frankie Oh, una discoteca que alcanzó su apogeo bajo la administración del clan de los Arellano Félix.
Los accesos al Frankie Oh eran una prueba de paciencia: los aspirantes a entrar soportaban largas filas en la avenida. Solo unos pocos lograban cruzar el umbral. La discoteca se desarrollaba en dos niveles, con un amplio lobby y mesas que ofrecían vistas al escenario principal. Según el periodista Jorge Lozano, el ambiente estaba animado por la curiosa presencia de leones, tigres, monos y panteras, quienes brindaban una atracción adicional para los afortunados que conseguían ingresar.
En la planta superior, se encontraban salas privadas y un palco desde donde Francisco Rafael Arellano Félix, el hermano mayor de los fundadores del Cártel de Tijuana, disfrutaba de los eventos. El Frankie Oh se convertía en un escenario vibrante para artistas como Julio Preciado, junto a bandas icónicas de la época. También, en un giro inesperado, el boxeador Julio César Chávez utilizó este espacio en dos ocasiones para demostrar su talento.
Ambas peleas, con Rafael Limón en 1988 y Jaime “Rocky” Balboa en 1990, no contaban con ningún título en disputa, sino que su único propósito era ofrecer entretenimiento a los asistentes, que llegaron a ser alrededor de 2,000 en la pelea contra Balboa.
El Frankie Oh no solo atrajo a personalidades del boxeo, sino que también fue visitada por figuras del mundo del espectáculo, incluyendo a Yuri, Gloria Trevi y Luis Miguel, quienes contribuyeron a la fama de este emblemático lugar.
Sin embargo, el poderoso Cártel de Tijuana también generó un entorno donde la ley parecía ser vaga. No hubo incidentes que justificaran el cierre del Frankie Oh hasta mediados de los años 90, época en la que la Procuraduría General de la República tomó el control del inmueble tras investigaciones sobre los Arellano Félix por tráfico de drogas y lavado de dinero. Esto llevó al aseguramiento de múltiples propiedades en Baja California, Jalisco y Sinaloa.
La discoteca, aunque operada por Francisco Rafael Arellano Félix, estaba oficialmente a nombre de su hijo, Francisco Arellano Barrionuevo. No obstante, los Barrionuevo se distanciarían de la mafia familiar, trasladándose a Estados Unidos.
Durante casi dos décadas, el Frankie Oh permaneció cerrado, convirtiéndose ocasionalmente en refugio para personas en situación de calle, hasta que fue finalmente demolido en diciembre de 2017.
Hoy, una inversión de 550 millones de dólares de la cadena Hard Rock se prepara para revitalizar el lugar, resurgiendo de entre escombros y prometiendo transformar la zona en un destino atractivo. Esta nueva fase apunta a combinar la rica historia del Frankie Oh con un futuro lleno de posibilidades.
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