La inteligencia artificial generativa (IA Gen) ha emergido como una herramienta poderosa en manos de grupos de crimen organizado, quienes la utilizan para desarrollar deepfakes y perpetrar delitos. Esta situación ha generado alarmas en diversas comunidades, ya que los cárteles han integrado tecnologías avanzadas en sus operaciones, transformando radicalmente la forma en que cometen delitos en América Latina.
Estos grupos han implementado chatbots y sistemas de inteligencia artificial para rastrear en redes sociales y plataformas digitales, identificando perfiles de personas vulnerables que son susceptibles a ser engañadas. La efectividad de estos fraudes es alarmante; algunos cárteles están reportando ganancias millonarias, en ocasiones superando los ingresos obtenidos por la venta de drogas.
Un reciente estudio revela que el uso de la IA por parte de organizaciones criminales ha pasado de ser un concepto teórico a una realidad tangible que redefine el crimen contemporáneo. Lejos de la imagen de mafias anticuadas, estos grupos delictivos han adaptado su modus operandi al ámbito digital, generando mensajes persuasivos que se ajustan a diferentes contextos culturales y emocionales.
Un fenómeno particularmente insidioso se manifiesta en las llamadas y videollamadas fraudulentas que utilizan deepfakes. En estas interacciones, los delincuentes logran replicar la voz y la imagen de un familiar cercano, solicitando dinero bajo premisas conmovedoras como el secuestro o problemas financieros. La preocupación es que muchos de los contactados caen en la trampa, a menudo por no contar con la alfabetización tecnológica necesaria para discernir la veracidad de estas situaciones.
Los cárteles mexicanos, como el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa, son pioneros en la adopción de estas innovaciones tecnológicas para delinquir. Al enfocarse en grupos demográficos específicos como adultos mayores, mujeres solas y migrantes, han perfeccionado su capacidad de engaño y manipulación.
Con el desarrollo y perfeccionamiento continuo de estas tecnologías, es crucial que la sociedad tome conciencia de los riesgos asociados con el uso de la inteligencia artificial, y que se establezcan medidas de protección para evitar que más personas se conviertan en víctimas de estos esquemas fraudulentos. La automatización de la criminalidad está convirtiéndose en un problema creciente que requiere atención inmediata y estrategias efectivas para su contención.
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