El novelista húngaro László Krasznahorkai fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en una ceremonia deslumbrante, celebrada el 11 de diciembre de 2025 en la Sala de Conciertos de Estocolmo, Suecia. Durante el evento, el académico Ander Schultz destacó la habilidad de Krasznahorkai para explorar con absurdismo y humor temas complejos como la melancolía y la desesperanza. Este renombrado autor es reconocido por su estilo distintivo que recuerda a gigantes de la literatura europea como Franz Kafka y Thomas Bernhard.
La ceremonia fue transmitida en línea, permitiendo que una audiencia global presenciara la entrega del prestigioso galardón. Schultz, en su discurso, mencionó que las obras de Krasznahorkai presentan a jóvenes héroes que, a pesar de su ingenuidad, se transforman en personajes profundamente compasivos, en la tradición de Fiódor Dostoyevski. Una de las características más notables de su escritura es la capacidad de tejer oraciones complejas que pueden extienderse por páginas, logrando una inmersión profunda en la realidad y, en ocasiones, eclipsándola en un estilo equiparable a la música.
Krasznahorkai fue aclamado también por su maestría sintáctica, que permite al lector desplazarse entre lo ligero y lo pesado, entre la melancolía y la exaltación, siempre envuelto en relatos extraordinarios con una intensa carga poética. Su narrativa, con un tono contemplativo, ofrece una visión del papel del arte en un mundo marcado por la ceguera y lo finito.
Durante su premiación, se hizo referencia a la obra “Al norte la montaña, al sur el lago, al oeste el camino, al este el río” como una manifestación de su enfoque artístico que fusiona la desilusión europea con el misticismo oriental. En un fragmento impactante de la ceremonia, Schultz habló de una de sus novelas, donde un personaje, borracho en una visita a Shanghái, se enfrenta a la caótica realidad de un cruce vehicular emblemático, sugiriendo que, a pesar de lo sombrío, la esperanza no se ha extinguido del todo, aunque permanece escondida.
Al final de la ceremonia, Krasznahorkai recibió su premio de manos del rey Carlos XVI Gustavo, que incluye no solo el prestigioso reconocimiento, sino también una obra de arte no especificada y 11 millones de coronas suecas, equivalentes a casi 20 millones de pesos.
El autor, que había compartido previamente su discurso de aceptación en su idioma natal, reafirmó su estilo característico al reflexionar sobre la ausencia de mensajes en los “ángeles” que nos rodean, que aparecen en la cotidianidad con un disfraz de anonimato, desprovistos de alas.
La obra de László Krasznahorkai marca un hito en la literatura contemporánea, ofreciendo una visión que trasciende el tiempo y el contexto, invitando a reflexiones profundas sobre la existencia humana en un mundo complejo y a menudo desolador.
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