Alrededor del 60 % de las mujeres han fingido un orgasmo alguna vez, chocando notablemente con el 95 % de los hombres que habitualmente alcanzan el clímax. Estas cifras revelan la realidad de la brecha orgásmica, un fenómeno que persiste a pesar de la percepción de avances en la igualdad de género.
A pesar de las expectativas de un cambio generacional, un estudio publicado en 2024 indica que esta brecha no muestra diferencias significativas a través de las edades. Investigaciones que abarcan a personas desde los 18 hasta los 100 años concluyen que la problemática está presente en todos los grupos de edad, lo que subraya la necesidad de diálogo y sensibilización sobre las desiguales experiencias sexuales.
El motivo detrás de que las mujeres frecuentemente no logren orgasmos más que sus contrapartes masculinas no radica en limitaciones biológicas, sino más bien en factores culturales y sociales. En efecto, datos muestran que las mujeres cis heterosexuales logran alcanzar el orgasmo con mayor frecuencia durante la masturbación que en compañía de una pareja masculina, y las lesbianas lo logran con mayor facilidad que las heterosexuales.
Laurie Mintz, psicóloga y sexóloga, destaca que solo el 4 % de sus pacientes prefieren llegar al orgasmo a través de la penetración, lo que implica que el 96 % requiere la estimulación del clítoris. Este hallazgo es lógico, dado que el clítoris, con su tejido eréctil y abundantes terminaciones nerviosas, es esencial para el placer. Aunque, en ocasiones, las mujeres pueden alcanzar el orgasmo mediante la penetración, este sucede gracias a la estimulación indirecta del clítoris.
El impacto de los medios de comunicación también juega un rol significativo en la perpetuación de expectativas poco realistas sobre el sexo. Las representaciones de orgasmos instantáneos durante la penetración, como se observa en películas y literatura, contribuyen a la confusión y frustración en las parejas, haciendo que muchas mujeres opten por fingir en lugar de comunicar sus verdaderas experiencias o deseos.
Los datos son reveladores: en relaciones sexuales iniciales, apenas el 10 % de las mujeres alcanza el orgasmo, mientras que este porcentaje asciende al 68 % en relaciones estables o de mayor confianza. La comunicación abierta, por lo tanto, se presenta como un elemento crucial para abordar y cerrar la brecha orgasmica.
El cierre de esta brecha no es imposible. Al igual que con la brecha salarial, es fundamental que aquellos que menos afectados se sienten, en este caso muchos hombres, asuman un rol activo en el cambio. La educación sexual es clave, tal como señala Laura Marcilla. Esta educación debe abarcar no solo aspectos biológicos, sino también dimensiones sociales que promuevan habilidades comunicativas y la autoconfianza sexual.
Es esencial romper mitos, especialmente aquellos impuestos por el porno mainstream, que distorsionan las realidades del placer y el orgasmo. Además, empoderar a las mujeres para que se conozcan y comprendan su anatomía puede ser un paso transformador.
La educación sexual impartida desde una edad temprana no solo ayudará a cerrar la brecha orgásmica, sino también a fomentar relaciones más saludables en todos los aspectos. Una generación de jóvenes educados en estos principios puede posiblemente cambiar la narrativa de las expectativas en la intimidad, promoviendo una experiencia sexual más satisfactoria y equitativa para todos. La tarea está en nuestras manos, y con la información correcta, es posible avanzar hacia una experiencia sexual más inclusiva.
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