La justicia boliviana ha imputado al provincial de los jesuitas en el país por encubrir un caso de pederastia denunciado en 2019. El padre Osoro, que lidera la Compañía de Jesús en Bolivia, fue acusado de ocultar y proteger al sacerdote Alfredo Paz, quien fue condenado por abusar sexualmente de un menor en varias ocasiones.
La imputación se produce luego de que un juez determinara que el provincial sabía de las acusaciones contra Paz, pero no hizo nada al respecto, pese a estar obligado a denunciarlo ante las autoridades. Los jesuitas han mostrado su disposición a colaborar con la justicia y han anunciado la apertura de una investigación interna para esclarecer los hechos.
El caso vuelve a poner de manifiesto la compleja y a veces conflictiva relación entre la Iglesia y la justicia en casos de abuso sexual. A pesar de los llamados a la transparencia y la rendición de cuentas por parte de la jerarquía católica, muchos casos de pederastia cometidos por miembros del clero siguen siendo encubiertos y minimizados.
Esta imputación es un paso importante hacia la justicia para las víctimas de abuso sexual clerical y una señal para la Iglesia de que la impunidad ya no puede ser tolerada. Sin embargo, también es importante tener en cuenta que el problema de la pedofilia no es exclusivo de la Iglesia y que otros sectores de la sociedad también deben ser examinados y sancionados por estos delitos.
En definitiva, la imputación del provincial de los jesuitas en Bolivia por encubrimiento es un recordatorio doloroso pero necesario de que el abuso sexual debe ser enfrentado con valentía y determinación, sin importar quién lo cometa o dónde ocurra. Solo así podremos esperar construir una sociedad más justa y libre de violencia.
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